TL;DR

  • La evidencia genética apoya abrumadoramente los orígenes de los nativos americanos en el noreste de Asia a través de Beringia, sin evidencia clara de contacto posterior con el Viejo Mundo.
  • El contacto polinesio con Sudamérica alrededor del año 1200 d.C. está bien documentado a través del cultivo de batata, huesos de pollo y evidencia genética.
  • Las afirmaciones de contacto romano, egipcio o chino carecen de evidencia arqueológica creíble y generalmente se consideran teorías marginales.
  • Los paralelismos culturales entre las civilizaciones del Viejo y Nuevo Mundo son más probablemente debido a invenciones independientes que a contactos directos.
  • Solo los contactos nórdicos y polinesios son ampliamente aceptados por los académicos como interacciones transoceánicas precolombinas.

Evidencia Genética de Contacto Temprano entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo#

Los estudios genéticos modernos de las poblaciones nativas americanas apoyan abrumadoramente un origen en el noreste de Asia a través de Beringia, seguido de aislamiento y expansión en las Américas. Sin embargo, algunos linajes inusuales en el ADN nativo han alimentado especulaciones sobre contactos adicionales con el Viejo Mundo:

1.1 Haplogrupo X de ADN Mitocondrial en América del Norte

El haplogrupo X de ADN mitocondrial (ADNmt) es uno de los raros linajes fundadores en los nativos americanos, junto con los típicos grupos A, B, C, D. El haplogrupo X es más prevalente en tribus norteamericanas alrededor de los Grandes Lagos y el interior de Canadá (por ejemplo, Ojibwa, Sioux, Nuu-chah-nulth, Navajo), pero está ausente en Asia Oriental. En cambio, el ADNmt X ocurre en bajas frecuencias en partes de Europa, el Cercano Oriente y Siberia (región de Altái). Esta distribución inusual llevó a hipótesis de migración transatlántica o contacto del Cercano Oriente en la antigüedad. Notablemente, algunos investigadores en la década de 1990 sugirieron que el haplogrupo X podría indicar una migración de personas de ascendencia “caucásica” a América del Norte alrededor del final de la última Edad de Hielo. La hipótesis Solutrean de Stanford y Bradley (que propone que los europeos de la Edad de Hielo cruzaron el Atlántico a lo largo de los témpanos de hielo e influyeron en la cultura Clovis) abrazó al haplogrupo X como evidencia de apoyo.

Visión actual: Un análisis exhaustivo ahora indica que el X nativo americano cae en un subclado distinto (X2a) que divergió del X del Viejo Mundo hace miles de años. El ADN antiguo ha confirmado que el haplogrupo X2a estaba presente en América del Norte al menos hace ~1,300 años e incluso hace ~9,000 años (Hombre de Kennewick), mucho antes de cualquier viaje conocido del Viejo Mundo. Crucialmente, el haplogrupo X2a ha sido detectado en Asia central: personas de la región de Altái portan un linaje X relacionado, lo que significa que los cinco haplogrupos fundadores nativos (A, B, C, D, X) coexisten en Siberia. Esto sugiere que el haplogrupo X llegó a Beringia desde una fuente euroasiática ancestral y fue parte de la migración original de la Edad de Hielo a las Américas. Los genetistas concluyen que X2a surgió entre poblaciones aisladas de Beringia hace ~15–20 kya (mil años), lo que explica por qué está confinado a las Américas a pesar de estar relacionado de manera distante con el haplogrupo X del Viejo Mundo. En resumen, el consenso académico es que el haplogrupo X no requiere un viaje transatlántico de la Edad de Bronce o de Hierro: es un linaje fundador menor de Siberia/Beringia. El vínculo teorizado una vez con viajeros antiguos hebreos o europeos (popular en alguna literatura marginal e incluso en apologética mormona) no encuentra apoyo en la filogenia detallada del ADNmt.

1.2 Haplogrupos del Cromosoma Y R1(R1b) en Nativos Americanos

A diferencia del ADNmt, los linajes del cromosoma Y en grupos indígenas no contactados son casi en su totalidad haplogrupos Q y C, que se remontan a orígenes del este asiático. Una excepción desconcertante han sido los informes del haplogrupo Y R1 (especialmente R1b) en alta frecuencia en ciertas comunidades nativas americanas, notablemente algunos grupos de habla algonquina alrededor de los Grandes Lagos. Por ejemplo, estudios han encontrado R1b-M173 en ~79% de los hombres Ojibwa, ~50% de los Seminoles y ~47% de los Cherokee, mucho más alto que cualquier otro linaje Y. R1b es común en Europa Occidental pero extremadamente raro en Asia Oriental, planteando la pregunta de cómo se volvió tan prevalente en estos grupos nativos.

Explicación principal: Prácticamente todos los genetistas atribuyen estos linajes R1 a la mezcla posterior a 1492, es decir, hombres europeos o africanos que se casaron con mujeres de las tribus. Los Ojibwa y las naciones vecinas tuvieron un contacto intensivo con comerciantes de pieles franceses, británicos y escoceses en los siglos XVII-XIX, muchos de los cuales tomaron esposas nativas, introduciendo cromosomas Y europeos. De hecho, el análisis detallado de subclados muestra que los tipos R1b en estas tribus coinciden con los europeos, no con una rama “antigua” única. Además, algunos R1b entre las tribus del sureste pueden rastrearse a la mezcla afroamericana durante la era colonial (ya que una minoría de los hombres de África Occidental portan R1b-V88). La literatura académica considera así las ocurrencias nativas de R1 como flujo genético reciente en lugar de evidencia de un cruce atlántico prehistórico.

Vale la pena señalar que el ADN antiguo de restos masculinos precolombinos (por ejemplo, del suroeste de EE. UU., México, etc.) casi invariablemente muestra haplogrupos Y Q o C, no R. Una excepción intrigante es el “niño de Mal’ta” de Siberia de 24,000 años de antigüedad (cerca del Lago Baikal), que tenía haplogrupo Y R* y cuyo genoma reveló una afinidad ancestral con los nativos americanos. Este hallazgo sugiere que algunos ancestros de los nativos americanos hace más de 20 mil años pertenecían al haplogrupo R, pero ese linaje no persistió en frecuencias apreciables entre los migrantes que cruzaron a las Américas (probablemente debido a la deriva genética). Así, cualquier “señal” genética de ascendencia euroasiática occidental en los nativos americanos (alrededor del ~5–20% de los genomas nativos americanos) ahora se entiende como originada en ese flujo genético siberiano paleolítico, no de europeos medievales. En resumen, a pesar de la especulación en línea sobre el ADN-Y “europeo antiguo” en los nativos americanos, no hay evidencia académica creíble que apoye que el haplogrupo R1 precediera a Colón en estas poblaciones: el patrón se explica completamente por la mezcla posterior al contacto, consistente con el registro histórico.

1.3 Otras Pistas Genéticas Notables • Población “Y” y ADN Australasiano: En 2015, investigadores informaron una ascendencia misteriosa menor (~2%) en algunas tribus amazónicas (Suruí, Karitiana) que está estadísticamente relacionada con poblaciones australasianas/melanesias. Apodaron a este linaje “Población Y” (por Ypykuéra, “ancestro” en tupí) e hipotetizan que deriva de una migración muy temprana separada de los principales fundadores derivados de Siberia. Una teoría es que un grupo relacionado con los australo-melanesios pudo haber migrado a lo largo de la costa del Pacífico o de Bering hace ~15,000+ años. Aunque fascinante, esto no implica contacto reciente: probablemente refleja una estructura poblacional prehistórica profunda y sigue siendo un área de investigación activa (con algunos estudios posteriores cuestionando la interpretación). • Contacto Vikingo/Nórdico: Los exploradores nórdicos llegaron a Groenlandia y Terranova (c. 1000 d.C.). Genéticamente, dejaron poco rastro en las comunidades nativas. Un hallazgo intrigante es que una línea familiar islandesa porta un ADNmt único (C1e) de probable origen nativo americano, presumiblemente descendiente de una mujer nativa llevada a Islandia en la era vikinga. Este es un ejemplo de flujo genético unidireccional (de América a Europa), y parece aislado.

En general, la evidencia genética de contacto transoceánico precolombino (más allá de los casos conocidos del Ártico/nórdicos) es escasa. Los haplogrupos inusuales (X y R en algunas tribus modernas) inicialmente generaron debate, pero ahora se explican dentro del marco de la migración beringiana o la mezcla posterior a 1492. Los estudios genómicos modernos consistentemente encuentran que el principal acervo genético de los indígenas americanos se formó a partir de asiáticos del noreste, con una pequeña contribución de antiguos euroasiáticos del norte, y no requieren entradas posteriores del Viejo Mundo.

Contacto Austronesio (Polinesio) con Sudamérica#

Uno de los contactos precolombinos más ampliamente aceptados es el entre los polinesios (navegantes austronesios) y la costa del Pacífico de Sudamérica, hace aproximadamente 700–800 años. Múltiples líneas de evidencia –botánica, lingüística, cultural y genética– apuntan a encuentros breves entre estas poblaciones: • Difusión de la Batata (Ipomoea batatas): La evidencia más clara es la batata, un cultivo de origen sudamericano que estaba presente en toda Polinesia siglos antes de Colón. La batata (conocida como kūmara en Polinesia) se cultivaba en la Polinesia central alrededor de ~1000–1100 d.C., con los restos arqueológicos más antiguos datados en Mangaia (Islas Cook) alrededor del año 1000 d.C. Para el momento del primer contacto europeo, los polinesios desde Hawái hasta Nueva Zelanda la habían cultivado durante mucho tiempo como alimento básico. La palabra polinesia para batata (kumara o kumala) se asemeja estrechamente a términos en lenguas andinas o costeras sudamericanas, por ejemplo, kumara en quechua/aimara. Este vocabulario compartido sugiere fuertemente que los polinesios obtuvieron la batata directamente de los amerindios. La dispersión natural (por ejemplo, semillas flotantes) se considera improbable para la batata, especialmente dado el cultivo intencional y el nombramiento específico. La teoría predominante es que los navegantes polinesios llegaron a la costa del Pacífico de Sudamérica (probablemente la actual Colombia, Ecuador o Perú/Chile), obtuvieron el tubérculo y lo difundieron hacia el oeste. La hipótesis tripartita en etnobotánica sostiene que un linaje inicial de kumara fue llevado de Sudamérica a Polinesia alrededor del año 1000 d.C., mientras que las introducciones españolas posteriores en los años 1500 añadieron otras variedades. • Pollo Polinesio en Chile: Otra pieza de evidencia es la presencia de pollos en Sudamérica precolombina. Los pollos no son nativos de las Américas; los exploradores europeos los introdujeron en los años 1500. Sin embargo, excavaciones en El Arenal en la costa chilena descubrieron huesos de pollo en capas datadas alrededor del año 1300 d.C. (es decir, antes de la llegada española). El análisis de ADN de estos huesos de pollo antiguos mostró que llevaban una firma genética que coincidía con pollos de Polinesia, no con las razas traídas más tarde por los europeos. En otras palabras, parece que los polinesios llevaron pollos a Sudamérica alrededor del siglo XIII. Este hallazgo, reportado por primera vez por Storey et al. (2007), fue aclamado como “evidencia concluyente de contacto polinesio prehistórico”. Algunos investigadores posteriores cuestionaron si los huesos podrían datar de después de 1492 o si el ADN podría estar contaminado, pero un reanálisis de 2014 no encontró evidencia en contra de la introducción polinesia y reafirmó que el haplotipo de pollo precede al contacto europeo. Aunque todavía debatido, el peso de la evidencia apoya que los pollos fueron efectivamente transferidos por polinesios. • Evidencia Genómica de Contacto Humano: La confirmación más fuerte llegó en 2020, cuando un equipo de genetistas publicó un estudio de ADN de polinesios y sudamericanos costeros. Encontraron segmentos de ADN idénticos por descendencia que indican que personas de Colombia y personas de varias islas polinesias compartían ancestros comunes hace unos 800 años. El análisis mostró un único evento de contacto alrededor del año 1200 d.C. en el que individuos nativos americanos (probablemente de lo que ahora es Colombia) se mezclaron con polinesios. Los investigadores concluyeron que un grupo de navegantes polinesios desembarcó en la costa sudamericana –probablemente en Colombia– y se mezcló con nativos locales, llevando a algunos de ellos (o al menos su ADN) de regreso a Polinesia. Este estudio genómico resuelve definitivamente el largo debate al proporcionar “evidencia científica concluyente” de contacto polinesio-amerindio antes de la llegada europea. Notablemente, se alinea con la cronología de la batata y sugiere que el encuentro inicial fue en el norte de Sudamérica (consistente con la distribución de la palabra kumara). • Señales Lingüísticas y Culturales: Aparte de la palabra compartida para batata, hay indicios de otros intercambios culturales. Algunas palabras mapuche (Chile) para bote o red de pesca pueden parecerse a términos polinesios, y los primeros exploradores españoles notaron canoas de tablones cosidos al estilo del Pacífico en California que algunos antropólogos atribuyeron a una influencia polinesia alrededor del siglo V d.C. (aunque esto sigue siendo especulativo). La historia oral polinesia habla de largos viajes hacia el este, y una leyenda de la Isla de Pascua menciona una tierra llamada Te Pito O Te Henua que posiblemente se refiere a otra masa terrestre. Además, la presencia de la calabaza en Sudamérica prehistórica y Polinesia ha sido investigada, aunque la calabaza probablemente derivó a través de los océanos naturalmente mucho antes, su ubicuidad en Polinesia y las Américas es otro vínculo botánico entre el Viejo y Nuevo Mundo.

En resumen, la hipótesis de contacto polinesio es ampliamente aceptada en la academia hoy en día, gracias a la evidencia multidisciplinaria. Ahora se establece que los polinesios no solo llegaron tan al este como Rapa Nui (Isla de Pascua) sino que también encontraron pueblos sudamericanos alrededor del año 1200 d.C., dejando legados tangibles: el cultivo de batata en Polinesia, pollos en Chile y ascendencia nativa americana detectable en polinesios orientales. Esto constituye un capítulo notable de interacción transoceánica mucho antes de Colón.

Hallazgos de Artefactos Debatidos (OOPArts) en las Américas#

A lo largo de los años, ha habido numerosas afirmaciones de artefactos fuera de lugar (OOPArts) que sugieren visitas del Viejo Mundo a las Américas. Aquí enumeramos varios casos notables, describimos la “evidencia” y señalamos su estado a los ojos académicos: • Piedra de Bat Creek (Tennessee): Descubierta en 1889 en un montículo funerario nativo americano en Tennessee, esta pequeña piedra lleva una inscripción que durante mucho tiempo se pensó que era silabario cherokee. En 1971, el erudito Cyrus Gordon identificó el guion como paleohebreo (hebreo antiguo), leyéndolo como “para Judea” y datándolo en el siglo I-II d.C. Si es genuino, esto implicaría una presencia judía de la era romana en el este de América del Norte. Los partidarios señalan una fecha de radiocarbono de ~32–769 d.C. en madera asociada y argumentan que las letras, cuando se invierten, coinciden claramente con el paleohebreo en lugar del cherokee. Sin embargo, los arqueólogos principales sospechan de un engaño. El contexto del hallazgo es dudoso: la excavación fue dirigida por un asistente del Smithsonian, John Emmert, quien trabajó solo y pudo haber plantado la piedra. Crucialmente, los investigadores han demostrado que la inscripción de Bat Creek coincide estrechamente con una ilustración de un libro de referencia masónico de 1870 (que representaba una frase hebrea antigua). Esto sugiere que Emmert (u otra persona del siglo XIX) la copió, creando una falsificación. Los expertos en lenguas semíticas también notan anomalías en las letras que indican un tallado moderno imperfecto en lugar de un guion genuinamente antiguo. Para finales de 1800 incluso Cyrus Thomas del Smithsonian tenía dudas sobre su autenticidad. Estado actual: La Piedra de Bat Creek es considerada una falsificación del siglo XIX por la mayoría de los académicos. Aunque la literatura marginal todavía la cita como prueba de “hebreos en América”, el análisis revisado por pares (Mainfort & Kwas 1991, 2004) la desacreditó a fondo, y el Smithsonian la considera un probable engaño. • Piedra del Decálogo de Los Lunas (Nuevo México): Un gran peñasco en Hidden Mountain, cerca de Los Lunas, NM, lleva una inscripción de los Diez Mandamientos en una forma de paleohebreo. El texto fue notado por los lugareños en la década de 1930 (con afirmaciones no verificadas de que existía en la década de 1880). Los defensores argumentan que el desgaste y los líquenes sugieren gran antigüedad, postulando una presencia judía o fenicia antigua en el suroeste. Sin embargo, no existe contexto arqueológico (es una inscripción solitaria; no se encontraron otros artefactos in situ). Los académicos consideran abrumadoramente la piedra de Los Lunas como un engaño moderno. El paleohebreo era conocido por los eruditos en la década de 1870, por lo que un engañador astuto a finales del siglo XIX o principios del XX podría haberla tallado. Notablemente, el arqueólogo Frank Hibben, quien la popularizó, tenía un historial de fabricar datos en otros casos, socavando su credibilidad. Ningún estudio revisado por pares apoya su autenticidad, y a menudo se agrupa con otras curiosidades de la “Sociedad Epigráfica”. Estado: Descartada por la academia como una probable falsificación moderna. Sigue siendo una curiosidad al borde del camino, pero no hay evidencia creíble que la vincule a una expedición semítica precolombina real. • “Monedas Romanas” en las Américas: Se han reportado hallazgos dispersos de monedas de la era romana en suelo americano: • En la década de 1920, supuestamente, un agricultor en Venezuela encontró un puñado de monedas romanas. El libro The Discoverers de Daniel Boorstin menciona esto, especulando que un barco romano podría haber derivado al Nuevo Mundo. Sin embargo, tales monedas más probablemente llegaron a través de coleccionistas o como lastre en barcos españoles. No existe un contexto estratificado documentado: estas monedas fueron hallazgos aislados sin control arqueológico, por lo que los académicos sospechan pérdidas modernas (por ejemplo, un coleccionista de monedas que las dejó caer). • De manera similar, se han encontrado supuestamente monedas romanas o griegas en Texas, Maine y otros lugares, pero tras la investigación todas son o no están corroboradas o claramente intrusivas (la moneda “fenicia” de Maine resultó ser un penique nórdico del siglo XI, ¡en realidad evidencia nórdica auténtica!). En general, los expertos señalan que las monedas romanas son artefactos comunes fácilmente transportados o mal identificados, y ninguna descubierta en las Américas tiene una procedencia confiable más allá de la era colonial. • Un caso más intrigante es el descubrimiento de ánforas de estilo romano frente a la costa de Brasil (Bahía de Guanabara) en 1982. Arqueólogos submarinos encontraron jarras que se asemejan a ánforas romanas del siglo III. Aunque esto levantó cejas, no se excavó sistemáticamente ningún naufragio. Es posible que un barco portugués alguna vez llevara estas como curiosidades, o que derivaran de otro lugar. El gobierno brasileño finalmente detuvo la investigación para evitar afirmaciones descabelladas. No existe consenso académico, pero la inclinación es que estos hallazgos no son evidencia de un viaje romano, solo anomalías. • Cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca (México): En 1933, el arqueólogo José García Payón excavó un entierro en Calixtlahuaca (Valle de Toluca, centro de México) datado ~1476–1510 d.C. Entre las ofrendas había una pequeña cabeza de terracota con barba y rasgos europeos. Dos expertos en arte (Heine-Geldern y Andreae) la examinaron y comentaron que se parecía fuertemente al arte romano del siglo II d.C. Si esa pieza realmente fue enterrada antes de la conquista española, implica que un artefacto romano de alguna manera llegó a México en la era azteca. Sin embargo, persisten dudas. Una historia (contada por Michael E. Smith) es que un estudiante que trabajaba con Payón, como broma, plantó una cabeza romana de la colección de un curador en la excavación. Aunque no está probado, esta anécdota refleja el escepticismo de los académicos. El contexto es difícil de verificar (el informe publicado fue décadas después). Smith investigó y no pudo confirmar el engaño, dejando una pequeña posibilidad de que sea genuina. Estado: Debatido. La mayoría se inclina hacia el engaño o el objeto intrusivo, pero algunos conceden que podría ser auténtico. Hasta ahora, la opinión general no la acepta como prueba de contacto romano, a la espera de más evidencia. • Otros Artefactos e Inscripciones: Muchos otros OOPArts han sido promocionados, pero ninguno ha resistido el escrutinio: • Las Piedras Sagradas de Newark (Ohio) – tabletas inscritas en hebreo “encontradas” en montículos Adena en la década de 1860 – fueron inmediatamente sospechadas como falsificaciones por los descubridores (y ahora se piensa que son un engaño para apoyar teorías de las Tribus Perdidas). • La Inscripción de Paraíba (Brasil, 1872) – un texto fenicio supuestamente encontrado en una losa de piedra – fue luego confesado como un engaño por el brasileño que la “descubrió”. • Los Artefactos de Plomo de Tucson (Arizona) – cruces de plomo y objetos con símbolos latinos, hebreos y cristianos encontrados en la década de 1920 – son ampliamente considerados una creación espuria (quizás por aficionados locales), dada su mezcla bizarra de lenguajes y falta de contexto. • Escrituras chinas antiguas supuestamente en rocas en California o inscripciones ogham en Virginia Occidental han sido examinadas por epigrafistas calificados y determinadas como arañazos naturales o lecturas deseosas. • Una afirmación sensacional de un templo jeroglífico egipcio en el Gran Cañón (reportada en un periódico de 1909) es puro folclore: nunca ha surgido evidencia.

En resumen, ningún artefacto fuera de lugar ha pasado aún las rigurosas pruebas de autenticidad y contexto para ser aceptado como prueba de contacto transoceánico. Las inscripciones de Bat Creek y Los Lunas, y textos “del Viejo Mundo” similares en piedras americanas, se consideran fraudes modernos o errores. Los objetos aislados del Viejo Mundo en sitios americanos son intrusivos (traídos por europeos posteriores) o hallazgos no probados que languidecen en un área gris. La arqueología convencional sigue sin convencerse por cualquier OOPArt hasta ahora: cada uno, al examinarlo más de cerca, tiene “demasiadas preguntas” para cambiar el modelo predominante de que, aparte de las incursiones nórdicas y polinesias, las Américas no vieron visitantes transoceánicos entre el final de la Edad de Hielo y 1492.

Paralelismos Culturales y Artísticos entre el Viejo y Nuevo Mundo#

Más allá de los artefactos físicos, los autores difusionistas han señalado durante mucho tiempo similitudes en la cultura, el arte y la arquitectura entre el Viejo Mundo y las civilizaciones precolombinas. Argumentan que estos paralelismos son evidencia de contacto, mientras que los escépticos los atribuyen a invenciones independientes o evolución convergente. Las áreas clave de comparación incluyen: • Arquitectura Monumental (Pirámides y Templos): Tanto Mesoamérica como el Viejo Mundo (Egipto, Mesopotamia, India) construyeron estructuras piramidales. Por ejemplo, las pirámides escalonadas mayas y aztecas se asemejan (en forma) a las pirámides egipcias o los zigurats mesopotámicos: todas son edificaciones masivas escalonadas. Los defensores de la difusión como Ivan Van Sertima incluso sugirieron que las pirámides mesoamericanas y la momificación fueron inspiradas por ejemplos egipcios traídos por africanos navegantes. Sin embargo, los arqueólogos notan diferencias fundamentales: las pirámides mesoamericanas eran usualmente templos en plataformas escalonadas (a menudo reconstruidas repetidamente), mientras que las pirámides egipcias eran tumbas de lados lisos; surgieron en diferentes contextos y eras. La mayoría de los académicos ven estas como invenciones independientes que abordan desafíos universales de ingeniería en sociedades complejas tempranas (estructuras apiladas en altura). También hay montículos similares a pirámides en lugares como Indonesia y Camboya, nuevamente independientes. No hay un vínculo estilístico o de ingeniería inequívoco que conecte las pirámides americanas con un prototipo específico del Viejo Mundo. Las afirmaciones de que motivos específicos (por ejemplo, símbolos de disco solar alado, o métodos de alineación) son compartidos siguen siendo especulativas. Así, aunque las formas piramidales son superficialmente similares en muchas culturas, ningún consenso académico apoya la difusión directa; los paralelismos se consideran coincidentes o resultantes de necesidades análogas (plataformas ceremoniales altas, etc.). • Juegos de Mesa (Patolli y Pachisi): Un paralelismo llamativo a menudo citado es entre el juego azteca Patolli y el juego indio Pachisi. Ambos son juegos de mesa de apuestas jugados en un tablero cruciforme (en forma de cruz), con guijarros o frijoles como marcadores, y dados (o frijoles dados) para mover piezas. De hecho, el antropólogo del siglo XIX E.B. Tylor, al enterarse de Patolli, inmediatamente lo notó “muy similar” a Pachisi y sugirió que esto podría insinuar contacto entre Asia y Mesoamérica. De hecho, Patolli era extremadamente popular en el centro de México en la conquista, y Pachisi (también llamado “chaupar” o más tarde comercializado como Parcheesi) era un juego antiguo en India. Sin embargo, los expertos modernos tienden a favorecer el desarrollo independiente. Las reglas y algunos detalles difieren, y los juegos de carrera en forma de cruz pueden surgir naturalmente de juegos de dados más simples. Un análisis exhaustivo de Erasmus (1950) concluyó que la semejanza es probablemente coincidente, dada la falta de cualquier otro vínculo cultural. En otras palabras, aunque la similitud visual es real (ver comparaciones de figuras), no hay evidencia de transmisión. Los académicos señalan que si tal juego hubiera sido transmitido, uno podría esperar otros elementos culturales indios en Mesoamérica (o viceversa) que están ausentes. Así, este paralelo sigue siendo una curiosidad atractiva. Es debatido: los difusionistas lo citan como una pista clave, pero la visión predominante es que la inventiva humana puede producir juegos similares en aislamiento (especialmente dadas las posibilidades estructurales limitadas de los juegos de dados).

• Motivos Estatuarios y Artísticos (por ejemplo, la Pose de la Figura en Cuclillas “Hocker”): Investigadores de la difusión como Andreas Lommel han identificado lo que llaman el motivo de la “figura en cuclillas”: figuras humanas retratadas en una postura específica de cuclillas, a menudo asociadas con imágenes de ancestros o espíritus, que aparecen en diversas culturas desde China y Anatolia hasta Mesoamérica y el Pacífico. El arte mesoamericano, de hecho, tiene muchas figurillas sentadas o en cuclillas (figurillas “sonrientes” del Clásico de Veracruz, enanos olmecas, etc.), a veces reminiscentes de estatuas guardianas asiáticas en cuclillas. ¿Podría esto indicar un origen compartido? Lommel argumentó que el icono del ancestro en cuclillas se difundió del Viejo Mundo al Nuevo. Sin embargo, la mayoría de los antropólogos no están convencidos de que esta pose particular requiera contacto histórico: estar en cuclillas es una postura humana natural, especialmente en contextos rituales o maternales, por lo que podría surgir fácilmente de manera independiente. Además, el significado de la figura puede diferir: en algunas culturas una figura en cuclillas representa fertilidad o tierra, en otras un espíritu ancestral, etc. Aunque es intrigante que el arte rupestre en Australia, las tallas en Göbekli Tepe del Neolítico y los motivos en las tallas mesoamericanas presenten humanoides en cuclillas, los académicos principales no ven esto como evidencia probatoria de difusión. Sigue siendo un tema ocasionalmente discutido en foros de arte comparativo, pero sin vínculos corroborativos adicionales (como detalles estilísticos comunes o símbolos asociados), el consenso se inclina hacia la coincidencia o un patrimonio compartido muy antiguo (Paleolítico) en lugar de un contacto directo.

Otro paralelo artístico a menudo citado es la representación de elefantes. Grafton E. Smith en 1924 afirmó que las estelas mayas (por ejemplo, la Estela B en Copán) mostraban cabezas similares a elefantes con trompas, implicando conocimiento de elefantes asiáticos. Esto fue rápidamente refutado: ahora se entiende que los “elefantes” son tapires estilizados, un animal nativo (con un probóscide corto) utilizado en la iconografía maya. La hipótesis del elefante ha sido abandonada en la erudición, ilustrando que muchas de estas semejanzas artísticas tienen explicaciones mundanas.

• Motivos Simbólicos y Mitos: Se han propuesto numerosos paralelismos simbólicos: • La deidad serpiente emplumada en Mesoamérica (Quetzalcóatl, Kukulcán) comparada con dragones o cultos a serpientes en Asia y el Cercano Oriente. Las serpientes son figuras mitológicas comunes en todo el mundo; en las Américas, la serpiente emplumada o cornuda podría ser un desarrollo independiente. Ningún mito específico del Viejo Mundo sobre “dragones” coincide con el contexto americano de Quetzalcóatl (un dios del viento, figura de maestro). Lo más probable es que la adoración a la serpiente surgiera independientemente en múltiples culturas. • Adoración solar e imágenes cósmicas: Tanto los mesoamericanos como los antiguos egipcios tenían deidades solares y calendarios solares; tanto los indios como los mayas reverenciaban un árbol sagrado (árbol del mundo vs. Kalpavriksha). Tales motivos (sol, árbol de la vida, etc.) son tan generalizados que la difusión es difícil de demostrar. Pueden reflejar temas religiosos convergentes que abordan experiencias humanas universales (la importancia del sol, la idea de un árbol axis mundi). • Símbolos similares a la esvástica: La esvástica (una cruz ganchuda) aparece en algunos arte nativo americano (por ejemplo, en diseños tribales del suroeste) y en toda Eurasia desde la Edad de Bronce. Es concebible que este símbolo fuera llevado por los primeros paleoindios desde Siberia (donde existía en la antigüedad) o podría haber sido inventado independientemente como un motivo geométrico. No hay evidencia de una introducción de la esvástica en América en el primer milenio d.C.; cualquier similitud es probablemente muy antigua o coincidental. • Juegos y rituales: El juego de pelota mesoamericano ha sido comparado con deportes en Asia o el Mediterráneo (por ejemplo, algunos han trazado analogías con el episkyros griego o el fútbol chino), pero el paralelo es tenue: las pelotas de goma y las canchas con aros eran únicas de Mesoamérica.

En general, los paralelismos culturales son intrigantes pero no se consideran prueba de contacto a menos que vayan acompañados de transmisiones específicas (como un préstamo lingüístico, una especie trasplantada o una tecnología distintiva). Los académicos aplican el método comparativo con cuidado: por ejemplo, la semejanza de Patolli con Pachisi fue notada en el siglo XIX, pero sin ninguna influencia adicional india en México, sigue siendo una coincidencia aislada. Del mismo modo, las afirmaciones de que la iconografía hindú o budista influyó en el arte maya (una vez populares entre algunos escritores de principios del siglo XX) no se han sostenido: exámenes detallados muestran que los motivos evolucionaron dentro de sus contextos locales. La tendencia en la academia es explicar tales similitudes a través de universales humanos o invención paralela, recurriendo a la difusión solo cuando está corroborada por evidencia directa. Así, mientras los entusiastas semiacadémicos podrían compilar largas listas de paralelismos del Viejo/Nuevo Mundo, la postura académica actual es generalmente que estos no demuestran contacto. Solo en casos como el de la batata (donde se compartió un organismo físico y una palabra) o tecnología compartida específica (como las canoas de tablones cosidos en California potencialmente desde Polinesia) el consenso se inclina hacia un contacto real.

Discurso en Foros y Blogs: Afirmaciones Menos Conocidas y Marginales#

Fuera de las revistas académicas, varios foros, blogs e investigadores independientes discuten activamente teorías de contacto precolombino. Estos espacios a veces sacan a la luz afirmaciones menos conocidas o nuevas evidencias que aún no están en la literatura académica. Algunos ejemplos que han ganado atención semiacadémica: • Presencia Africana en Mesoamérica (Cabezas “Negroides” Olmecas): En foros y blogs inspirados por el trabajo de Ivan Van Sertima, se ve con frecuencia la afirmación de que la civilización olmeca (1200–400 a.C. en México) fue influenciada por africanos occidentales. Las gigantes cabezas de piedra olmecas tienen rasgos faciales que algunos observadores tempranos (comenzando con José Melgar en la década de 1860) pensaron que parecían africanos. El libro de Van Sertima de 1976 They Came Before Columbus argumentó que marineros nubios o malienses llegaron al Golfo de México alrededor del 800 a.C., contribuyendo a la construcción de pirámides, la momificación e incluso introduciendo el calendario en Mesoamérica. Esta teoría fue discutida en un volumen de 1997 de Current Anthropology, donde múltiples expertos la refutaron punto por punto. Los arqueólogos principales señalan que las cabezas olmecas retratan una gama de rasgos faciales locales (probablemente los de robustos jefes de la Costa del Golfo) y que no se han encontrado artefactos o genes del Viejo Mundo en contextos olmecas. Las plantas que Van Sertima afirmó que los africanos introdujeron (por ejemplo, plátano, algodón) se ha demostrado que son especies nativas americanas o traídas más tarde por europeos. En consecuencia, el consenso académico rechaza el contacto africano; estas ideas se etiquetan como pseudoarqueología. Sin embargo, en sitios web como Reddit o foros históricos, los entusiastas todavía debaten esto, a veces citando nuevos “hallazgos” (que típicamente no resisten la revisión por pares). • “Momias de Cocaína” Egipcias (comercio de plantas transatlántico): Una famosa controversia surgió en la década de 1990 cuando químicos alemanes (Balabanova et al.) informaron que algunas momias egipcias antiguas contenían residuos de nicotina y cocaína, compuestos que se pensaba que solo se encontraban en plantas del Nuevo Mundo (tabaco, coca) antes de Colón. Esto llevó a especulaciones sensacionalistas de que los egipcios tenían contactos comerciales con las Américas (trayendo hojas de coca, etc.). La respuesta académica ha sido escéptica: explicaciones alternativas incluyen contaminación post-excavación, compuestos mal identificados o fuentes del Viejo Mundo de alcaloides similares (la nicotina puede provenir de especies del Viejo Mundo como las solanáceas; la cocaína es más complicada, pero hay plantas no relacionadas con químicos similares). No ha surgido evidencia corroborativa de contacto egipcio (no hay cultivos americanos en tumbas egipcias, ni artefactos egipcios en América). Mientras que algunos autores marginales proponen un antiguo viaje transatlántico para explicar las drogas, la mayoría de los científicos permanecen no convencidos. El caso de las “momias de cocaína” ilustra cómo una anomalía en los datos científicos puede encender hipótesis de contacto en blogs, pero hasta que se replique y se apoye con arqueología, permanece en el margen. Los intentos recientes de reproducir los hallazgos han sido mixtos, y muchos sospechan que la contaminación de laboratorio es la culpable. Por lo tanto, es un punto tentador pero no resuelto, a menudo citado en foros como “evidencia” pero no aceptado en la literatura académica. • Viajes Chinos a las Américas: Popularizado por el libro de Gavin Menzies 1421: The Year China Discovered America, esta afirmación sostiene que las flotas chinas de la dinastía Ming llegaron a las Américas (y al mundo entero) a principios del siglo XV. En muchos foros en línea se encuentran referencias a supuestas piedras de anclaje chinas frente a California, supuestos mapas chinos que representan América, o incluso afirmaciones de que los olmecas eran marineros chinos. Los historiadores principales han desacreditado a fondo la tesis de Menzies: no hay registro histórico en los archivos chinos de tales viajes más allá de las rutas conocidas, y no se han encontrado artefactos chinos en contextos precolombinos en América. Algunos mapas resultaron ser falsificaciones o copias posteriores mal interpretadas. Sin embargo, la idea tiene tracción en círculos aficionados. Las discusiones semiacadémicas en blogs a veces mencionan las anclas de piedra de California: de hecho, se encontraron grandes piedras con agujeros (que se asemejan a anclas de barcos chinos) frente a Palos Verdes, CA. Inicialmente se pensó que eran de juncos del siglo XIX, algunos especularon que podrían ser mucho más antiguas, pero el análisis sugiere que probablemente son anclas de barcos pesqueros del siglo XIX dejadas por inmigrantes chinos, no de la flota del siglo XV de Zheng He. En general, mientras que “los chinos descubrieron América” hace un debate emocionante en línea, los historiadores y arqueólogos académicos no lo aceptan debido a la falta de evidencia creíble de apoyo. • Europeos Medievales (Irlandeses, Galeses, Caballeros Templarios, etc.): Abundan las leyendas de monjes celtas o príncipes galeses navegando a América. La leyenda del Príncipe Madoc (un príncipe galés que alrededor de 1170 d.C. supuestamente aterrizó en Alabama) fue popularizada en los siglos XVIII-XIX, e incluso el presidente Thomas Jefferson encargó a Lewis y Clark buscar indios de habla galesa. Nunca se encontró rastro de Madoc; la historia ahora se considera un mito. De manera similar, los relatos del monje irlandés San Brendan llegando a América del Norte (~siglo VI) no están probados, aunque algunos historiadores los toman en serio como posibilidades. Una saga nórdica también menciona una presencia irlandesa en Islandia antes de los nórdicos. Sin embargo, arqueológicamente, aparte de los sitios nórdicos confirmados, no tenemos evidencia física de llegada europea anterior a Colón. Eso no detiene a los foros modernos de especular sobre tallas “templarias” (por ejemplo, la talla del Caballero de Westford en Massachusetts, que los académicos creen que es del siglo XIX, no una tumba templaria del siglo XIV), o sobre supuesta heráldica europea medieval en petroglifos (todo no corroborado). Estos permanecen firmemente en el ámbito de la leyenda y el entusiasmo especulativo. • Asiáticos Precolombinos en las Américas (aparte de los polinesios): Algunos blogs discuten posibles derivas o viajes transpacíficos más allá de Polinesia. Un ejemplo discutido es la semejanza de la cerámica temprana en la cultura Valdivia de Ecuador (c. 3000 a.C.) con la cerámica Jomon japonesa. La arqueóloga del Smithsonian Betty Meggers propuso controvertidamente en la década de 1960 que pescadores japoneses podrían haber derivado a Ecuador, trayendo habilidades de cerámica. Aunque esta fue una teoría académica seria por un tiempo, desde entonces ha sido en gran medida rechazada: las diferencias superan las similitudes, y la línea de tiempo no requiere contacto (cada uno podría haber desarrollado la cerámica independientemente). No obstante, la idea de contacto Jomon-Valdivia todavía se menciona en algunos foros como una posibilidad real, ilustrando cómo una hipótesis académica puede filtrarse en el discurso popular incluso después de ser refutada. • Maíz en la India Antigua (y viceversa): A finales del siglo XX, el botánico Carl Johannessen afirmó que las tallas en el templo Hoysala del siglo XII en Somnathpur, India, representan mazorcas de maíz, un cultivo del Nuevo Mundo. Publicó un artículo en 1989 argumentando esto como evidencia de que el maíz llegó a la India antes de Colón. Esto provocó un debate en círculos especializados sobre el intercambio de cultivos transoceánicos. Los académicos indios respondieron señalando que el “maíz” tallado es estilizado o podría ser una planta nativa o una fruta mítica (makara o “muktaphala”) adornada con joyas. La mayoría de los botánicos no están convencidos de que el maíz estuviera presente en el arte del Viejo Mundo antes de 1492; la creencia actual es que el maíz fue introducido en Asia por los portugueses en el siglo XVI. El trabajo de Johannessen a menudo se cita en sitios web difusionistas como “prueba”, pero no ha sido aceptado por la comunidad académica más amplia, que encuentra la identificación dudosa. Este ejemplo muestra cómo los debates en foros pueden aferrarse a una afirmación muy específica (tallas de templos) que los académicos principales consideran resuelta (como no-maíz).

En foros como r/AskHistorians de Reddit o grupos especializados, los entusiastas conocedores y profesionales a menudo participan, lo que ayuda a corregir parte de la desinformación. Por ejemplo, las discusiones sobre el haplogrupo X o la hipótesis Solutrean en foros de genética generalmente concluyen que la explicación de Beringia es la que mejor se ajusta, haciendo referencia a artículos recientes (como vimos arriba). De manera similar, los aficionados a la arqueología que examinan la piedra de Los Lunas o las piedras de Newark a menudo llegan a aceptar la evidencia de fraude una vez presentados con los hechos. Sin embargo, algunos blogs con un sesgo (por ejemplo, agendas hiper-difusionistas o nacionalistas) continúan promoviendo estas ideas marginales incluso sin respaldo académico.


Preguntas Frecuentes#

P: ¿Cuál es la evidencia más fuerte de contacto precolombino entre las Américas y otros continentes? R: La evidencia más convincente proviene del contacto polinesio con Sudamérica alrededor del 1200 d.C., respaldado por el cultivo de batata, huesos de pollo con ADN polinesio y evidencia genética de ascendencia nativa americana en polinesios.

P: ¿Por qué los académicos rechazan la mayoría de las afirmaciones de contacto transoceánico antiguo? R: Las afirmaciones típicamente carecen de múltiples líneas de evidencia (arqueológica, genética e histórica) que se esperarían de un contacto sostenido, y muchos artefactos propuestos han demostrado ser fraudes o malinterpretaciones.

P: ¿Cómo ayudan los estudios genéticos a evaluar las teorías de contacto? R: El análisis genético moderno puede identificar cuándo y dónde se mezclaron las poblaciones, con el ADN nativo americano mostrando claros orígenes de Beringia y sin evidencia de mezcla significativa del Viejo Mundo antes de 1492 (excepto por los contactos nórdicos y polinesios conocidos).


Fuentes#

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  3. Malhi et al., “Distribution of mtDNA haplogroup X among Native North Americans”, American Journal of Physical Anthropology (2001).
  4. McCulloch, J.H. “The Bat Creek Stone” (2010), online at Ohio State University.
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  6. Wikipedia: “Los Lunas Decalogue Stone” (accessed 2025).
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  8. Ioannidis et al., “Native American gene flow into Polynesia predating Easter Island”, Nature 585: 80–86 (2020).
  9. Storey et al., “Radiocarbon and DNA evidence for a pre-Columbian introduction of Polynesian chickens to Chile”, PNAS 104(25):10335–39 (2007).
  10. Wikipedia: “Pre-Columbian trans-oceanic contact theories” – sections on Polynesian contact, Claims of Indian contact, African contact (accessed 2025).
  11. Soemers, D. et al., “Report on the Digital Ludeme Project” (2019) – Discussion of Pachisi/Patolli similarity.
  12. Winters, Clyde. “Is Native American R Y-Chromosome of African Origin?”, Current Research Journal of Biological Sciences 3(6): 555-558 (2011).
  13. Van Sertima, Ivan. They Came Before Columbus, Random House, 1976.
  14. Balabanova, S. et al., “First Identification of Drugs in Egyptian Mummies”, Naturwissenschaften 79:358 (1992).
  15. Menzies, Gavin. 1421: The Year China Discovered America, HarperCollins, 2002.
  16. Johannessen, C. & Parker, A. “Maize Ears Sculptured in 12th and 13th Century A.D. India as Indicators of Pre-Columbian Diffusion”, Economic Botany 43(2): 164–180 (1989).
  17. Meggers, Betty. “Jomon Potterymaking: A Case of Prehistoric Parallelism”, Science 165(3893): 89-91 (1969).
  18. Various discussion threads on Sci.archaeology and Reddit (1995–2023).