TL;DR
- La “hipótesis Jing” propone que una palabra primordial que sonaba como “jing”, “gen” o “djin” alguna vez significó alma/espíritu en la cultura humana temprana.
- La evidencia incluye el latín genius (espíritu guardián), el árabe jinn, el chino jing (esencia) y el djang aborigen australiano (poder de creación).
- La hipótesis vincula esta raíz con antiguos cultos a la serpiente donde el aliento/espíritu se equiparaba con la fuerza animadora de la vida.
- A través de las lenguas, los términos para alma, creación, parentesco y seres espirituales a menudo contienen patrones fonéticos similares (sonidos gen/jin/jing).
- Aunque es especulativa, la teoría sugiere una ur‑lengua espiritual perdida, anterior a las familias lingüísticas conocidas.
FAQ#
P1. ¿Qué evidencia respalda la hipótesis Jing?
R. Palabras de sonido similar en lenguas no emparentadas: el latín genius, el árabe jinn, el chino jing, el sánscrito jana, el djang aborigen; todas relacionadas con espíritu, esencia o creación y con patrones fonéticos compartidos.
P2. ¿Cómo se relaciona esto con el simbolismo de la serpiente?
R. Antiguos cultos a la serpiente en todo el mundo vincularon a las serpientes con conceptos de aliento/espíritu/alma, posiblemente preservando la raíz original jing en nombres de deidades serpentinas y conceptos espirituales.
P3. ¿Esta teoría es aceptada por la lingüística académica dominante?
R. No, es altamente especulativa. La lingüística dominante explica las similitudes mediante familias lingüísticas conocidas o préstamos culturales, más que por una sola raíz primordial.
P4. ¿Qué hace intrigante a esta hipótesis a pesar de ser especulativa?
R. La notable frecuencia de sonidos gen/jin/jing en contextos espirituales a través de culturas aisladas sugiere ya sea orígenes comunes muy antiguos o un profundo simbolismo convergente en la conciencia humana.
La hipótesis “Jing”: una raíz antigua de alma y espíritu
Panorama general de la teoría#
La “hipótesis Jing” postula que una palabra primordial – que sonaba como “jing”, “gen” o “djin” – alguna vez significó alma, espíritu o una fuerza vital fundamental en la cultura humana temprana. Sus proponentes especulan que este concepto se remonta a antes de las lenguas indoeuropeas, quizá a una época de extendidos cultos a la serpiente y de religión chamánica prehistórica. Según esta teoría, ecos de esa raíz pueden encontrarse en lenguas y mitologías diversas alrededor del mundo, ocultos en palabras para espíritu, mente, aliento, o incluso en nombres de seres míticos. A lo largo de milenios, conforme las culturas se fueron separando, la raíz original jing/gen pudo haberse ramificado en muchas formas: desde deidades y demonios antiguos hasta términos para personalidad y creación. La hipótesis es sin duda especulativa, pero teje una narrativa fascinante que conecta fragmentos lingüísticos y motivos espirituales a través de los continentes.
En su núcleo, la hipótesis Jing sugiere una antigua unidad de concepto: la idea de que el aliento o la esencia creativa era sinónimo de espíritu, y que esta esencia estaba simbolizada por la serpiente. Los primeros humanos, quizá miembros de un “culto a la serpiente” de alcance mundial, podrían haber usado un sonido similar para designar al espíritu animador o alma guía. Este término primordial podría haber acompañado la expansión de las primeras prácticas religiosas. Ahora, mucho después de que el significado original se oscureciera, encontramos huellas lingüísticas de esa palabra en lugares muy distantes: desde el genius latino hasta el jinn árabe, del jing chino al djang aborigen australiano. A continuación, exploraremos una serie de ejemplos que ilustran este patrón, dibujando el cuadro de una posible raíz antigua que trasciende cualquier cultura particular.
Orígenes antiguos: cultos a la serpiente y el aliento de vida#
Muchos estudiosos han observado que la adoración de la serpiente aparece en algunas de las tradiciones religiosas más antiguas. Un artículo de 1873 señalaba que “la serpiente ha sido vista con temor o veneración desde tiempos primordiales, y casi universalmente como una reencarnación de un ser humano fallecido,” asociada con la sabiduría, la vida y la curación. En otras palabras, los pueblos antiguos a menudo veían a las serpientes como encarnaciones del espíritu – quizá los espíritus de ancestros o deidades. Algunas leyendas incluso afirman que los humanos descendieron de un ancestro serpiente. Es en este contexto donde la hipótesis Jing sitúa la esquiva palabra raíz para “alma”. Si una religión prehistórica centrada en la serpiente compartía un concepto de alma, el sonido asociado a ese concepto pudo haberse difundido ampliamente.
Un tema común en la espiritualidad antigua es la identidad del aliento con el espíritu. Por ejemplo, en muchas lenguas la palabra para aliento también significa alma o fuerza vital (latín spiritus = aliento, griego pneuma = aliento/espíritu, sánscrito prāṇa = aliento vital, etc.). La hipótesis Jing se alinea con esto, sugiriendo que el “jing” original significaba algo como “aliento‑alma”. Un caso intrigante proviene del pueblo Noongar de Australia: su Serpiente Arcoíris creadora se llama Waugal o Wagyl, y en la lengua Noongar “Waugal o waug significa alma, espíritu o aliento.”. En su tradición, la gran serpiente Waugal talló ríos y pozas de agua, y esas pozas contienen una esencia vital llamada djanga (a menudo traducida como “espíritu viviente” o “conciencia” en las personas). Aquí vemos la fusión de la imaginería de la serpiente con la idea de aliento = vida, exactamente el tipo de vínculo antiguo que la hipótesis enfatiza.
Se teoriza que, a medida que los primeros humanos migraban y formaban nuevas culturas, llevaron consigo este vocabulario de culto serpiente‑espíritu. Con el tiempo, la pronunciación original pudo cambiar (“jing” a “gen” a “jin”, etc.), y el significado pudo transformarse (de espíritu literal a genius o ancestro, por ejemplo). Sin embargo, la idea central – un espíritu guía oculto, una esencia creativa asociada con la vida y la muerte – permanecería. La siguiente sección presenta una serie de ejemplos en los que términos que recuerdan a jing/gen aparecen en contextos espirituales o existenciales. Individualmente, cualquier ejemplo aislado podría ser coincidencia; pero en conjunto, fortalecen el caso de una conexión antigua.
Ecos de “Jing/Gen” en lenguas y mitos del mundo#
Muchas culturas contienen palabras o nombres que suenan como “jing/gen” y se relacionan con almas, espíritus, creación, o incluso con serpientes míticas y guías espirituales. A continuación se presenta un panorama organizado de tales ejemplos, que van desde raíces lingüísticas bien establecidas hasta seres legendarios. Estos ejemplos ilustran cómo un solo concepto primordial podría haber dejado huellas en distintas civilizaciones:
Latín Genius – En la antigua Roma, el genius era un espíritu guardián personal asignado a cada persona (y lugar) al nacer. La palabra proviene del latín genius “espíritu guardián del hogar”, que a su vez deriva del protoindoeuropeo *gen- que significa “engendrar, producir”. Originalmente, genius significaba la fuerza generativa o espíritu tutelar del clan o la familia. Con el tiempo también llegó a significar el carácter o talento de una persona (y finalmente, intelecto excepcional en el inglés moderno). Es importante notar que el genius romano a menudo se representaba como una serpiente o acompañado de serpientes en el arte y en símbolos de altar. Aquí vemos un vínculo directo entre la raíz gen-, un espíritu guardián y el motivo de la serpiente, muy en línea con la hipótesis Jing.
Griego Génesis – El término Génesis (como en el Libro del Génesis) significa origen o creación, también derivado de la misma raíz indoeuropea *gen- (“engendrar, crear”). Es llamativo que la historia de la creación en la tradición occidental lleve la raíz gen, mientras que un concepto de alma (el genius romano) también la lleva. La hipótesis sugiere que esto no es coincidencia: tanto la creación de la vida como el alma de la vida se expresaban con gen en una antigüedad lejana. En efecto, génesis (creación) y genius (espíritu creativo) podrían compartir algo más que fonética: posiblemente un origen conceptual común en una época en que crear vida y guiar la vida se veían como el mismo poder divino.
Navajo Diyin y etrusco Lares – El pueblo navajo se refiere a sus espíritus ancestrales sagrados como Diyin Dineʼé, usualmente traducido como “Pueblo Santo”. La palabra diyin (pronunciada como “djin”) denota algo sagrado o espiritual. Al otro lado del mundo, en la antigua Italia, los Lares eran espíritus ancestrales guardianes en la religión romana, a veces considerados predecesores del concepto de genius. Es notable que el nombre Lar en etrusco significa “señor”, y los Lares estaban asociados con serpientes en los altares domésticos. Una de las principales diosas romanas de los fantasmas era Mania, madre de los Lares; significativamente, “mania” es la raíz lingüística de palabras como manía (locura) y se relaciona con mens (mente). Esto subraya cómo las antiguas palabras para espíritu/mente a menudo se transforman en palabras para condiciones mentales, evidencia de que los conceptos de mente, espíritu y ancestro estaban estrechamente entrelazados. En ambos ejemplos, navajo y romano, encontramos un sonido din/jin (diyin, genius, posiblemente un eco en Lar-th también) vinculado a espíritus guías de los muertos o de los vivos.
Árabe Jinn – Los jinn árabes (de donde proviene el inglés genie) son espíritus invisibles en la tradición de Oriente Medio. La raíz árabe jinn significa “ocultar/encubrir”, pero algunos estudiosos han especulado sobre una conexión con el latín genius. De hecho, “algunos estudiosos relacionan el término árabe jinn con el latín genius – un espíritu guardián de personas y lugares en la religión romana – como resultado del sincretismo durante el Imperio romano”. En otras palabras, cuando los romanos gobernaron el Cercano Oriente, la gente pudo haber equiparado sus espíritus locales con el genius romano, fusionando los conceptos. Esta visión no es universalmente aceptada (el origen dominante de jinn es el semítico jnn, “oculto”), pero es tentador que jinn y genius hayan sido vinculados directamente en el registro histórico. Además, otra teoría sostiene que jinn proviene de una palabra arámea ginnaya que significa espíritu tutelar; esencialmente la misma idea que un genius guardián. Y, de forma intrigante, en la antigua Persia (Irán pre‑zoroastriano), una clase de espíritus femeninos del inframundo se llamaba Jaini, que suena como “jani” o “jinn”. En la tradición zoroastriana, también existe Daēnā (más tarde Den o Din), que significa el yo interior o la conciencia de uno, a menudo personificada como un espíritu guía que conduce al alma tras la muerte. La palabra árabe dīn (دين) significa fe o religión, y aunque no deriva lingüísticamente de daēnā, la semejanza fonética (din/dzen) se suma al tapiz de términos tipo djin relacionados con el alma y la guía. Todos estos paralelos sugieren que un concepto djin/gen estuvo presente en todo el Cercano Oriente, tanto en la lengua como en el mito, ya sea por origen común o por simbolismo convergente.
Indio Jana, Jain y deidades serpiente – En sánscrito, la raíz jan- significa “generar o nacer”, visible en palabras como janma (nacimiento) y janata (pueblo). El gen- indoeuropeo y el jan- sánscrito son equivalentes (el cambio de sonido G~J). Así, la palabra jīva (vida, alma) y jan (persona) comparten una raíz última con genus y generate. La hipótesis ve esto como parte del patrón: el pueblo son “los nacidos” y su esencia es la vida. En la religión india, también encontramos al Jina (un vencedor espiritual o ser iluminado en el jainismo), que no procede etimológicamente de gen-, pero cuyo sonido es llamativamente similar. La tradición jaina y otras en la India están llenas de simbolismo de serpientes: por ejemplo, muchos dioses jainas e hindúes están protegidos por serpientes Nāga. En el budismo y el hinduismo, los nagas son seres serpiente a menudo representados como guardianes de puertas en las entradas de los templos. Este detalle es notable: en la religión romana, el genius loci (espíritu de un lugar) se representaba a menudo mediante una serpiente en el umbral de una casa o ciudad, y en Asia vemos serpientes que guardan puertas sagradas; quizá un desarrollo independiente, pero tal vez reflejando una idea antigua de que las serpientes son protectoras de portales espirituales. La palabra naga en sí no contiene gen, pero su función es análoga a la de un genius. Mientras tanto, el supremo dios védico de la muerte y el más allá, Yama, tiene dos perros guardianes en el mito, destacando de nuevo el motivo del perro como psicopompo. Y uno de los epítetos de Yama es Vaivasvata, a veces vinculado a una figura llamada Manu (el hombre primordial; nótese que manu se relaciona con mente y hombre). Mencionamos esto porque Manu y Mania (de Roma) derivan ambas de la raíz indoeuropea men- (mente), reforzando que en distintas culturas el concepto de alma/mente a menudo tiene una herencia lingüística compartida junto a la raíz gen. En resumen, las lenguas y mitos de la India aportan piezas al rompecabezas: jan/gen para nacimiento y pueblo, y serpientes o perros que custodian el espíritu, todo en resonancia con la hipótesis Jing.
Chino Jing (Esencia) – En la filosofía y medicina chinas, el término jīng (精) se refiere a la esencia: la fuerza vital esencial o fluido vital del cuerpo. Puede significar no solo esencia física (como la esencia reproductiva) sino también una esencia espiritual o energía refinada. Es notable que jing en chino pueda llevar la connotación de espíritu o alma en ciertos contextos (por ejemplo, 精气神 jīng‑qì‑shén son la “Esencia, Energía, Espíritu”: los Tres Tesoros de la vida). Probablemente se trate de una similitud de sonido coincidente (el jing chino tiene una etimología distinta), pero es fascinante que la palabra suene como “jing” y designe la fuerza vital. Además, el famoso I Ching (Yìjīng, “Libro de los Cambios”) lleva el nombre Jing (Clásico); de nuevo, no relacionado en significado, pero un texto antiguo sobre cosmología y destino que porta el nombre jing podría verse como una alineación poética. La palabra china xīn (心), que significa corazón‑mente, también evolucionó con el tiempo de designar el corazón físico a ser la sede de la conciencia. Aunque xīn no es fonéticamente similar a gen, refleja una evolución paralela: las culturas tempranas en todas partes lucharon por nombrar la parte invisible de nosotros que piensa y siente: corazón, mente, espíritu, aliento, o algo más. La hipótesis Jing diría que ese “algo más” en muchos casos fue una palabra como jing. Incluso el nombre de la que quizá sea la tradición religiosa secreta más antigua de China, Xiantiandao (Camino del Cielo Anterior), implica la adoración de una diosa madre y dragones, posiblemente un eco lejano de una espiritualidad centrada en la serpiente.
Perros celestiales – Tengu y Tiangou – A medida que las culturas pasaron de las serpientes a otros psicopompos, los perros a menudo asumieron el papel de guiar o custodiar almas. En Asia oriental vemos un ejemplo llamativo: el japonés Tengu (天狗) y el chino Tiāngǒu (天狗). La palabra tiangou significa literalmente “Perro Celestial”, una criatura mítica en China que se dice devora el sol o la luna durante los eclipses. Japón tomó prestado el término tengu de China, pero en el folclore japonés los Tengu se convirtieron en duendes con forma de ave más que en perros reales, aunque conservaron el nombre de “Perro Celestial”. El punto clave es el concepto de un perro sobrenatural que vincula el cielo y la tierra. Ahora bien, la hipótesis Jing especula que incluso los nombres de ciertas razas de perro o canes legendarios podrían remontarse a la antigua idea djin. Por ejemplo, el salvaje Dingo de Australia (que llegó hace milenios con navegantes) fue venerado por algunos grupos aborígenes; una leyenda dice que el Dingo trajo el secreto del fuego a los humanos. El nombre “dingo” proviene de una lengua aborigen (dharug diŋgo) que se refería a un perro domesticado, por lo que en apariencia es ajeno. Pero resulta evocador que din‑go contenga din, y encontramos que diyin significa “espíritu” en otra lengua aborigen. De forma similar, la raza coreana Jindo (진돗개), famosa por su lealtad y a menudo semisalvaje en la isla Jindo, comparte el sonido jin. Aunque Jindo es solo un nombre de lugar, el folclore coreano es rico en perros guardianes (por ejemplo, el mítico león‑perro haetae). La hipótesis sugiere de manera lúdica que quizá los antiguos nombraron a algunos perros venerados con el sonido jin/gen porque los veían como espíritus o guías. Sea o no que los nombres dingo o Jindo estén realmente conectados, es cierto que en todo el mundo – desde Anubis en Egipto hasta Cerbero en Grecia – los perros son ubicuos en roles espirituales. El “Perro Celestial” Tengu es un ejemplo lingüístico explícito de ello, preservando la idea en su nombre. Esto podría indicar una intercambiabilidad muy antigua entre serpiente y perro como forma animal de un espíritu guía: cuando se combina el simbolismo de inmortalidad de la serpiente con la lealtad y capacidad de guía del perro, se obtiene la imagen de un psicopompo: un escolta de almas.
Aborígenes australianos Djang, Wandjina y Quinkan – Las culturas aborígenes australianas, entre las tradiciones continuas más antiguas de la Tierra, tienen términos llamativos que resuenan con el sonido jing. Ya vimos Waugal/Wagyl, la serpiente arcoíris Noongar, cuyo propio nombre significa espíritu/aliento. En Arnhem Land (Territorio del Norte), el pueblo Yolngu habla de los Djang’kawu (también escrito Djanggawul): un hermano y dos hermanas que son ancestros creadores que poblaron la tierra. La palabra Djang en su lengua lleva el sentido de poder de creación; las hermanas Djang’kawu crean pozos de agua dulce y dan a luz a las primeras personas. Muchos clanes de esa región incorporan “djanggawul” o sílabas relacionadas en sus nombres de clan; por ejemplo, el clan Rirratjingu (nótese el final “jingu”) traza su linaje hasta esos seres creadores. En otras lenguas australianas encontramos Quinkan (o Quinkun), nombre de espíritus‑ancestros en tradiciones de arte rupestre de Queensland, y Wandjina, los espíritus de nubes y lluvia pintados en la región de Kimberley. Wandjina termina en ‑jina, y estos seres son venerados como dadores de vida y de ley (sus imágenes tienen rostros con halo sin boca, rodeados de relámpagos). Aunque la etimología de Wandjina no está clara, es fascinante que contenga jina, un sonido que en otros lugares puede significar “espíritu” o “vencedor” (como en el sánscrito Jina). El pueblo aborigen Yuin, en el sureste de Australia, tiene la palabra Moojingarl para el espíritu tótem personal de un individuo; obsérvese jing en medio de ese término. Incluso la palabra cotidiana “gin” en el inglés australiano antiguo (un término ahora ofensivo para una mujer aborigen) deriva de la palabra dharug diyin que significa “mujer”. Es una curiosa nota al margen que diyin en dharug suene como djinn, pero aquí significaba una mujer humana más que un espíritu; aun así, muestra cuán extendido está el fonema jin. En conjunto, las lenguas y mitos aborígenes australianos aportan una fuerte evidencia para la hipótesis Jing: tienen tanto el vínculo conceptual (serpientes = creadoras de vida, pozos = fuentes de espíritu, etc.) como el vínculo lingüístico (palabras como Waug, Djang, jinga que coinciden con los sonidos para espíritu en otros lugares). Considerando que las tradiciones aborígenes pudieron haber estado aisladas por más de 40,000 años, tales paralelos podrían apuntar a una herencia extremadamente antigua, potencialmente llevada por los primeros humanos que salieron de África. Es como si la deidad serpiente original de “aliento‑alma” hubiera dejado una huella en las historias del Tiempo del Sueño que perdura hasta hoy.
Otros paralelos notables – Más allá de lo anterior, hay incontables ecos menores que hacen preguntarse si alguna vez existió una capa global de religión y lenguaje. En África, por ejemplo, el nombre del pueblo Dinka de Sudán proviene de cómo se llaman a sí mismos, Jiëŋ (con sonido de j). ¿Podría ser que Jieŋ simplemente significara “el Pueblo” originalmente, algo así como decir “nosotros, los que tenemos jin/espíritus”? La palabra Bantu (una enorme familia de lenguas africanas) significa “pueblo” en muchas de esas lenguas, pero una leyenda dice que el primer hombre en algunas mitologías bantúes fue Kintu; curiosamente, kintu significa “cosa” en algunas lenguas, y se usaba para referirse a personas sin dignidad. Esto resuena con la idea de que tener un espíritu (o no tenerlo) definía la condición de persona: quienes perdían su espíritu se convertían en meras “cosas”. Incluso en Europa existen rastros de una noción similar: por ejemplo, la palabra “kind” (como en mankind o kindred) proviene del inglés antiguo gecynd y del germánico antiguo kundjaz, de esa misma raíz PIE gen-, lo que implica que ser humano es ser del linaje, nacido del espíritu. Se piensa que la palabra inglesa “king” deriva de kin (de ahí que king significara originalmente “líder del linaje”) y, de hecho, una teoría sostiene que king proviene de un término para “vástago de una raza divina”. Si los reyes antiguos eran vistos como descendientes de dioses serpiente o padres celestes (como afirman muchos mitos), entonces incluso king tiene un lazo conceptual: el rey era el gen viviente, el linaje de los dioses. En mongol, el título del gran conquistador Genghis Khan era originalmente Chinggis Khan, pronunciado más cerca de “Jinggis”. Algunos estudiosos interpretan Chinggis como “de gran poder”, pero la etimología exacta es debatida. Es tentador que Jinggis recuerde a Jinn/genius, especialmente dado que el nombre de clan de Genghis Khan, Borjigin, puede contener ‑jigin, y un análisis de Borjigin señaló que se relacionaba con leyendas de lobos azules y ciervos (animales cargados de simbolismo espiritual en la tradición mongola). Finalmente, incluso a nivel de simbolismo sonoro, uno podría preguntarse: ¿se asocian las letras G‑N (o J‑N) con conceptos profundos por puro azar? Por ejemplo, “conocimiento” (latín gnosis) tiene ese gn-; el “gnóstico” era quien conocía los secretos espirituales. La sílaba OM/AUM recibe mucha atención como sonido sagrado, pero quizá GEN fue una sílaba igualmente sagrada en un pasado olvidado.
Conclusión: ¿una palabra perdida para el alma?#
Reuniendo todos los hilos, la hipótesis Jing dibuja el cuadro de un vocabulario espiritual arcaico que podría subyacer a muchas palabras modernas. Sugiere que innumerables términos para alma, espíritu, personalidad, parentesco, creación e incluso nombres de deidades no son accidentes aislados, sino reliquias fragmentadas de una ur‑lengua de la psique. Vemos elementos recurrentes: serpientes que insuflan vida, espíritus ocultos que guían e inspiran, y el aliento o esencia en nuestro interior que define la vida. La hipótesis afirma audazmente que todo esto se encapsulaba alguna vez en una sola palabra raíz – quizá algo como “djinn” o “jing” – pronunciada por nuestros ancestros remotos.
¿Cómo ven los lingüistas esta idea? La lingüística histórica dominante suele explicar las similitudes mediante familias lingüísticas conocidas (protoindoeuropeo *gen-, semítico *jnn, etc.) o préstamos entre culturas (por ejemplo, la influencia romana en Oriente Medio que nos dio la superposición jinn‑genius). No existe ninguna raíz única reconocida que abarque todas las lenguas humanas; de hecho, la teoría tradicional sostiene que el lenguaje tiene múltiples orígenes independientes. Sin embargo, no es del todo descabellado que los humanos muy antiguos compartieran algunos términos religiosos comunes. El apoyo académico a partes de esta teoría puede encontrarse en la mitología comparada: por ejemplo, los investigadores han observado desde hace tiempo que el mito de la “Serpiente Arcoíris” está muy extendido desde Australia hasta África, lo que sugiere una gran antigüedad. Y ciertas palabras muy arraigadas sí aparecen en muchas lenguas no emparentadas (algunos estudiosos las llaman “palabras ultraconservadas”). La idea de una palabra de 15,000 años de antigüedad para madre o no ha sido considerada por lingüistas; ¿por qué no una palabra de 15,000 años para alma? Si tal palabra existe, jing/gen es una candidata convincente, dado lo ampliamente que resuena.
En última instancia, la hipótesis Jing sigue siendo una especulación sumamente intrigante: una especie de gran teoría unificada del lenguaje del espíritu antiguo. Nos anima a mirar palabras familiares con ojos nuevos: genius, generate, imagine, jing, jinn, king, kindred… ¿son solo coincidencias fonéticas, o susurros de una lengua madre olvidada del mito? Puede que nunca lo sepamos con certeza. Pero explorar estas conexiones enriquece nuestra apreciación de la cultura humana. Nos recuerda que mitología, lingüística y conciencia temprana están entretejidas. Incluso si uno es escéptico, es difícil negar el atractivo poético: en algún lugar entre las brumas de la prehistoria, mientras los humanos de todas partes miraban serpientes y estrellas con asombro, quizá pronunciaban una palabra común para nombrar aquello misterioso que respira en nuestro interior. Esa palabra – ya fuera jing, jinn, gen o algo similar – no sería nada menos que el nombre mismo del alma, transmitido en relatos y lenguas a través de las edades. Y ese es un pensamiento tan encantador como cualquier hechizo de genio.
Fuentes#
- Mallory, J.P. & Adams, D.Q. (2006). The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and the Proto-Indo-European World. Oxford University Press. [PIE *gen- root analysis]
- Partridge, Eric (2006). Origins: A Short Etymological Dictionary of Modern English. Routledge. [Genius, genesis, and related etymology]
- Lane, Edward William (1863). An Arabic-English Lexicon. Williams & Norgate. [Classical Arabic jinn etymology]
- Eliade, Mircea (1964). Shamanism: Archaic Techniques of Ecstasy. Princeton University Press. [Serpent symbolism in early religion]
- Dixon, R.M.W. (2002). Australian Languages: Their Nature and Development. Cambridge University Press. [Aboriginal Australian linguistic analysis]
- Watkins, Calvert (2000). The American Heritage Dictionary of Indo-European Roots. Houghton Mifflin. [Diccionario integral de raíces indoeuropeas]
- Campbell, Joseph (1959). The Masks of God: Primitive Mythology. Viking Press. [Paralelos globales del culto a la serpiente]
- Benveniste, Émile (1973). Indo-European Language and Society. University of Miami Press. [Conceptos sociales en las lenguas indoeuropeas]