TL;DR
- El glosario de Nicolas Bruneteau propone dos raíces proto-sapiens: hankwa “aliento / vida / viento” y henkwi “serpiente / dragón”.
- Formas que parecen cognadas para ambas raíces aparecen en familias papúas, africanas, euroasiáticas, austronesias e incluso americanas, lo que sugiere herencia de una lengua ancestral.
- Las tablas siguientes reúnen los ejemplos más sólidos; una breve crítica sopesa herencia frente a coincidencia o préstamo.
- La discusión concluye vinculando la evidencia lingüística con mitos sobre dragones y aliento, y con la hipótesis de la conciencia por veneno de serpiente de Cutler.
Introducción#
La hipótesis proto-sapiens postula que todas las lenguas humanas modernas descienden en última instancia de una sola lengua ancestral hablada por los primeros Homo sapiens. Aunque es altamente controvertida, esta hipótesis gana plausibilidad cuando se pueden identificar cognados distribuidos globalmente con forma y significado similares en familias lingüísticas muy alejadas entre sí. En este artículo examinamos dos raíces reconstruidas del glosario comparativo de 250 raíces proto-sapiens de Nicolas Bruneteau, como estudios de caso a favor de un origen común. Estas raíces – *hankwa (con el significado de respirar; aliento; vida, alma; sangre; viento; soplar) y *henkwi (con el significado de serpiente; serpiente/dragón mítico; arrastrarse como serpiente) – muestran llamativos paralelismos fonológicos y semánticos en múltiples macrofamilias. Presentamos evidencia de que estos paralelismos se explican mejor como herencia de un ancestro proto-sapiens que como convergencia casual o préstamo.
Primero, esbozamos los supuestos reflejos de cada raíz en todo el mundo, organizando los datos en dos tablas. Cada tabla agrupa ejemplos por similitud fonológica y señala la región/familia, el campo semántico y si la protoforma fue propuesta por Bruneteau o por otros lingüistas. Luego discutimos evidencia adicional (como paradigmas pronominales) utilizada en la clasificación de macrofamilias – especialmente en la familia trans–Nueva Guinea – para proporcionar contexto al evaluar relaciones genéticas profundas. A continuación, evaluamos críticamente si la distribución global de *hankwa y *henkwi favorece un origen monogenético frente a explicaciones alternativas. Finalmente, consideramos cómo estos hallazgos resuenan con teorías más amplias sobre la cognición y la mitología humanas tempranas, en particular la Eve Theory of Consciousness de Andrew Cutler y la idea de un arcaico culto global a la serpiente.
La raíz proto-sapiens hankwa (“aliento, vida, alma, viento”)#
Bruneteau reconstruye *hankwa como el término proto-sapiens para el aliento vital, que abarca el acto de respirar, la fuerza vital o alma transportada por el aliento y la sangre, y el viento o el aire mismo. Sugiere que esta palabra está formada a partir de antiguos elementos onomatopéyicos: ha imitando el sonido de la exhalación, n(a) representando la nariz y kwa la boca, que en conjunto significarían “el aire que entra por la nariz y la boca”. En la cosmovisión animista ancestral, el aliento y el viento probablemente se veían como la esencia de la vida y del espíritu. Por ello no sorprende que las palabras para alma en muchas lenguas estén históricamente vinculadas a palabras para aliento o viento.
La Tabla 1 a continuación examina los reflejos de *hankwa en diversas familias lingüísticas seleccionadas. Enumeramos formas que conservan un patrón consonántico similar (que comprende algunos o todos los fonemas h, n, k, w), así como extensiones semánticas relacionadas. Llama la atención que se propongan cognados en grupos papúes (trans–Nueva Guinea), khoisan, afroasiáticos, eurasiáticos (una macrofamilia que incluye indoeuropeo, urálico, etc.), austronesios, amerindios (pueblos indígenas de América) y otros. Muchas de estas reconstrucciones proceden de Bruneteau, aunque también señalamos formas establecidas por la lingüística histórica clásica (por ejemplo, protoindoeuropeo, proto-urálico) para comparación. Cada entrada indica la región o familia, una forma/ significado representativo y la atribución de la reconstrucción.
| Familia o región | Forma reconstruida o atestiguada | Significado | Propuesto por |
|---|---|---|---|
| Trans–Nueva Guinea (papúa, Nueva Guinea) | henkwe (viento, aliento) – cf. wogamusin həkwit “viento” | viento; aliento (vida) | Bruneteau (2020) |
| Macro-khoisan (África austral) | hankwe (viento, espíritu) – cf. !Xóõ ǂqhuè “viento, espíritu” | viento; espíritu, respirar | Bruneteau (2020) |
| Protoafroasiático (N. de África y S.O. de Asia) | -xʷanha (respirar, vida, alma) – cf. egipcio *hanakh > 𓋹 ʿnḫ “vida” | respirar; vivir; alma | Bruneteau (2020) (no independiente) |
| Proto-nostrático (hipótesis eurasiática) | hankwa (aliento, vida, alma, viento, sangre) | aliento; vida; alma; viento | Illich-Svitych y Bruneteau |
| Protoeurasiático (Eurasia septentrional) | hwenha (aliento, vida, viento, sangre) | aliento; vida; viento; sangre | Bruneteau (siguiendo a Starostin) |
| Protoindoeuropeo (Eurasia) | h₂enh₁- (respirar); h₂weh₁- (viento) | respirar; soplar (viento) | Corriente principal (indoeuropeístas) |
| Proto-urálico (Eurasia septentrional) | wajŋe (alma, aliento) | alma; aliento (vida) | Corriente principal (uralistas) |
| Proto-aústrico (SE de Asia-Pacífico) | hankwal (viento, uno mismo, alma) | viento; alma (fuerza vital) | Bruneteau (2020) |
| Proto-austronesio (SE de Asia-Pacífico) | haŋin (tagalo hangin) | viento (aire) | Dempwolff (años 1930) |
| Proto-kra–dai (SE de Asia) | khwan (tailandés khwǎn) | espíritu; esencia vital | Léxico tailandés (no Bruneteau) |
| Proto-yoruboide (África occidental) | hekwu > V-fu (cf. yorùbá ẹ̀fú “viento”) | viento (aire) | Bruneteau (2020) |
| Proto-nilo-sahariano (África central/N.E.) | wis ~ we(h) | soplar (aire) | Starostin? (conjunto) |
| Proto-pama-ñuñán (Australia) | wanri (kaurna warri, badimaya windhu) | viento (aire) | Bruneteau (2020) |
| Proto-Abya-Yala (Américas) | hekwal (viento, soplar, aire, sangre) | viento; respirar; (sangre) | Greenberg y Bruneteau |
Tabla 1: Reflejos de *hankwa (aliento, vida, viento) en familias lingüísticas seleccionadas. Las formas cognadas se agrupan de manera aproximada por similitud formal (consonantes h-n-k-w), aunque algunas muestran metátesis o cambios fonéticos. Nota: Muchas de las reconstrucciones de macrofamilias aquí (trans–Nueva Guinea, “macro-khoisan”, etc.) son propuestas por Bruneteau y no son (todavía) ampliamente aceptadas por los lingüistas históricos. Sin embargo, los lingüistas comparativos de la corriente principal han reconstruido raíces análogas en familias establecidas como el indoeuropeo, el urálico, el afroasiático y el austronesio, como se muestra arriba. Por ejemplo, el protoindoeuropeo *h₂enh₁- “respirar” y el proto-urálico *wajŋe “aliento, espíritu” demuestran que la conexión entre aliento y vida/alma es antigua en esos linajes. Del mismo modo, el egipcio antiguo ʿnḫ (ankh, “vida”) refleja una forma y un concepto similares en afroasiático. La recurrencia de una plantilla fonética tipo HNKW vinculada a aire, aliento, vida en distintos continentes es llamativa. Bruneteau sostiene que solo un origen proto-sapiens puede explicar de manera convincente este patrón. La alternativa sería una serie extraordinaria de coincidencias o cambios semánticos paralelos en linajes no relacionados. Si bien algunas de estas formas podrían ser efectivamente onomatopéyicas (por ejemplo, ha para la respiración) o préstamos, el alcance global del patrón (de Nueva Guinea a África y América) y la inclusión de elementos no onomatopéyicos (consonantes nasal + velar) refuerzan el argumento de una herencia común.
Es importante reconocer que muchas de las reconstrucciones de macrofamilias de la Tabla 1 (por ejemplo, el proto-nostrático hankwa, el proto-aústrico hankwal) proceden de la misma fuente (el trabajo de Bruneteau) y no de especialistas independientes. Esto plantea una advertencia metodológica: si un solo investigador postula formas similares en varias familias, la evidencia no es tan independiente como podría parecer. No obstante, incluso los proto-idiomas establecidos aportan piezas a este rompecabezas; por ejemplo, la palabra proto-austronesia para “viento” (haŋin) y la raíz protoindoeuropea para “espíritu, aliento” (anh-) comparten una semejanza que la lingüística ha señalado desde hace tiempo. La hipótesis proto-sapiens esencialmente entrelaza estos hilos dispersos en un único origen profundo. En resumen, *hankwa parece ser un sólido candidato a etimón global: una palabra heredada de la primera lengua de nuestra especie, que significaba el aliento vivificador o el viento animador reconocido por nuestros ancestros lejanos.
La raíz proto-sapiens henkwi (“serpiente, dragón, arrastrarse”)#
Nuestro segundo estudio de caso es *henkwi, reconstruida como el término proto-sapiens para serpiente; no cualquier serpiente, sino a menudo con connotaciones de serpiente o dragón mítico. Esta raíz se conecta con uno de los motivos mitológicos más perdurables de la humanidad. Como ha mostrado Julien d’Huy (2013), los mitos del dragón son casi universales y podrían remontarse al Paleolítico superior. La raíz proto-sapiens *henkwi podría representar la huella lingüística de ese concepto primigenio de serpiente/dragón. En el glosario de Bruneteau, *henkwi tiene el significado de serpiente, incluidas serpientes gigantes o mágicas, y el sentido verbal “arrastrarse (como una serpiente)”. Señala que la persistencia de esta palabra en lenguas muy distantes es “un testimonio precioso de la antigua mitología sapiens”.
En efecto, las serpientes tienen una rica asociación simbólica con el viento, el agua, la tierra y el cielo en muchas culturas (por ejemplo, serpientes de dioses de la tormenta, serpientes arcoíris, dragones guardianes). Bruneteau observa que el término proto-sapiens para serpiente parece estar entrelazado con otros elementos primordiales como hankwa (viento, aliento) y henke (fuego) en un complejo de símbolos. Esto sugiere que la serpiente ocupaba un lugar central en la vida espiritual humana temprana, una idea corroborada por las investigaciones de Cutler y d’Huy (que abordaremos más adelante). Desde una perspectiva lingüística, si se encuentra una palabra de sonido similar para “serpiente/dragón” en varios continentes, ello refuerza el argumento de que nuestros ancestros ya tenían una palabra para esta criatura culturalmente relevante antes de la diáspora fuera de África.
La Tabla 2 enumera las correspondencias de *henkwi en diversas familias y regiones lingüísticas. Nos centramos en formas que contienen algún subconjunto de las consonantes h, n, k, w (o v) en ese orden general (permitiendo cambios menores como hɦ, kg, w~v), y que significan serpiente o serpiente/dragón. Como antes, muchas protoformas son propuestas de Bruneteau, complementadas con raíces conocidas de la lingüística histórica (protoindoeuropeo, etc.). También señalamos casos en los que los reflejos parecen haberse desviado significativamente (por ejemplo, bantú, dravídico) para reconocer que no todas las familias conservaron el mismo sonido; algunas innovaron nuevas palabras para serpiente, lo que, si acaso, subraya lo peculiar que resulta que tantas otras sí hayan preservado o tomado prestada una forma similar.
| Familia o región | Forma reconstruida o atestiguada | Significado | Propuesto por |
|---|---|---|---|
| Trans–Nueva Guinea (papúa) | hankwi (serpiente) – cf. nend akʷɨ, mali aulanki “serpiente” | serpiente (genérica) | Bruneteau (2020) |
| Protoafroasiático (N. de África/Cercano Oriente) | hengwi (serpiente) – cf. semítico *naḥaš- (p. ej. ár. ḥanash), egipcio ṯuʕbān “serpiente” de hanku | serpiente (muchas variedades) | Bruneteau (2020) |
| Protoeurasiático (Eurasia) | hengʷe (serpiente) | serpiente | Starostin/Bruneteau |
| Macro-caucásico (Eurasia) | henkwe (serpiente/dragón mítico) | serpiente, dragón | Starostin? (sino-caucásico) |
| Protoindoeuropeo (Eurasia) | h₂éngʷʰis (serpiente); h₁ógʷʰis (dragón) | serpiente; dragón/serpiente | Corriente principal (indoeuropeístas) |
| Proto-urálico (Eurasia septentrional) | küje (serpiente) – cf. húngaro kígyó “serpiente” | serpiente | Corriente principal (uralistas) |
| Proto-kra–dai (SE de Asia) | ŋwɯ (serpiente) – cf. tailandés ŋuu “serpiente” | serpiente (genérica) | Liang y Zhang (1996) |
| Proto-dravídico (S. de Asia) | pāmpu (serpiente) | serpiente (genérica) | Corriente principal (dravídico) |
| Proto-kartvelio (Cáucaso) | gwel- (serpiente) | serpiente (genérica) | Corriente principal (kartvelio) |
| Proto-bantú (Áfricas) | -joka (serpiente) – p. ej. suajili joka “serpiente grande” | serpiente (esp. pitón) | Corriente principal (bantuistas) |
| Ainu (Japón) | inoka / okko (serpiente, ídolo de serpiente) | serpiente; efigie | Atestiguado (ainu) |
| Proto-Abya-Yala (Américas) | kankwi (serpiente) | serpiente (genérica) | Greenberg y Bruneteau |
| Euskera (Europa) | (de shurke) > suge “serpiente” | serpiente (genérica) | Trask (euskera atestiguado) |
Tabla 2: Reflejos de *henkwi (serpiente/dragón) en familias lingüísticas seleccionadas. Las formas fonológicamente más cercanas se listan hacia la parte superior. Por ejemplo, el papúa hankwi, el afroasiático hengwi y el eurasiático hengwe contienen todos una secuencia comparable h-N-kw. En otros casos, la raíz sobrevive con modificaciones (por ejemplo, pérdida de la h inicial en el tailandés ŋuu a partir de ŋwɯ, “serpiente”). Algunas familias innovaron palabras totalmente distintas para serpiente; por ejemplo, el dravídico pāmpu (tamil pāmpu) y el bantú joka (suajili joka) no presentan un vínculo fonético evidente con henkwi. Bruneteau interpreta estos casos como desarrollos independientes (o sustituciones) que ocurrieron en esos linajes, mientras que la persistencia de palabras tipo henkwi en otros lugares señala una herencia común. Es notable que incluso lenguas de las Américas se consideren portadoras de esta raíz: el proto-“Abya-Yala” kankwi, prácticamente idéntico a henkwi salvo por el cambio h~k, sería un ejemplo llamativo de preservación a gran profundidad temporal (si es válido). Aunque la hipótesis amerindia de Greenberg sigue siendo especulativa, un patrón transpacífico resulta intrigante.
Al observar la Tabla 2, vemos que muchas lenguas afroasiáticas tienen cognados de henkwi pero en formas divergentes; por ejemplo, el proto-semítico naḥaš (nakw) “serpiente” (reflejado en hebreo nāḥāš, árabe ḥanash) parece ser una metátesis de una forma anterior *hnaš/*hanš. El árabe egipcio ṯuʿbān “pitón” se explica como derivado de un protoafroasiático *hanku (con un cambio k > ṯ). Esto sugiere que la rama afroasiática escindió la raíz original de serpiente en múltiples derivados, oscureciendo la forma pero no la ubicuidad de la terminología para serpiente. En indoeuropeo, dos raíces separadas – h₂éngʷʰis para serpiente ordinaria (que da latín anguis, sánscrito áhi) y h₁ógʷʰis para dragón (que da griego ophis ‘serpiente’, quizá originalmente mitológica) – podrían remontarse ambas a un único pre-PIE *hengʷis o hengwis. La palabra indoeuropea fue tan estable que incluso añadió una -s extra en algunas ramas (germánico, indoario). Tal estabilidad concuerda con la afirmación de Bruneteau de que henkwi “es la palabra más estable y reconstruible para este animal” a escala global.
Una vez más, muchas de estas comparaciones entre familias se basan en las propias reconstrucciones de Bruneteau (proto-trans–Nueva Guinea hankwi, macro-caucásico henkwe, proto-Abya-Yala kankwi, etc.). El hecho de que un solo investigador proponga cognados en familias papúas, caucásicas y amerindias implica que la evidencia no es independiente. Sin embargo, existen patrones independientes que dan cierto crédito a la idea de una palabra arcaica para serpiente; por ejemplo, palabras para serpiente que comienzan con una gutural o aspirada + nasal son comunes en Eurasia (PIE Anguis, urálico kïŋe > kígyó, sino-tibetano kwoi/ŋwɯ). Podrían ser coincidencias, o podrían ser los ecos residuales de *henkwi. La prominencia mitológica global del motivo serpiente/dragón añade peso a la segunda interpretación. Si los humanos tempranos veneraban o temían a una serpiente primordial (como sostienen Cutler y d’Huy), es lógico que tuvieran un nombre para ella, que habría sido transportado y transformado a medida que los humanos se dispersaban por el mundo.
Los pronombres como evidencia de macrofamilias (caso de trans–Nueva Guinea)#
Hasta este punto nos hemos centrado en la evidencia léxica – palabras de contenido con sonidos similares – para argumentar a favor de un origen proto-sapiens. Otra línea de evidencia en la lingüística de macrofamilias procede de la gramática y las palabras funcionales, especialmente los pronombres. Los pronombres rara vez se toman prestados y tienden a ser conservadores, lo que los convierte en indicadores útiles de relaciones genéticas profundas. Un ejemplo clásico es la familia trans–Nueva Guinea (TNG) de lenguas papúas. La propuesta inicial de Stephen Wurm (1975), refinada por Malcolm Ross (2000, 2005), agrupó cientos de lenguas papúas en TNG principalmente sobre la base de paradigmas pronominales compartidos. Ross reconstruyó pronombres proto-TNG como na(ŋ) para “yo”, ni para “nosotros” y ŋgi para “tú”. Estas formas (o sus reflejos regulares) se repiten en diversas lenguas de Nueva Guinea, incluso cuando el vocabulario básico difiere considerablemente. La evidencia pronominal se considera una señal sólida de descendencia común, ya que es poco probable que tantas lenguas tengan pronombres similares por mera coincidencia o que todas los hayan tomado prestados de una única fuente.
El uso de pronombres para establecer relaciones subraya un punto importante: no todas las características lingüísticas son igualmente propensas a la convergencia. Las formas pronominales nucleares (como yo, tú) y la morfología flexiva resisten el préstamo y la creación espontánea, mientras que las palabras de contenido para elementos culturalmente relevantes (como “serpiente” o “alma”) pueden difundirse o surgir de manera independiente. Así, al evaluar una hipótesis tan audaz como la proto-sapiens, hay que preguntarse si existen correspondencias profundas en la gramática o la estructura además de los parecidos léxicos. Los críticos de la hipótesis trans–Nueva Guinea señalaron que basarse en un único rasgo diagnóstico (los pronombres) puede producir falsos positivos: algunas lenguas papúas con pronombres “típicos” resultaron no pertenecer a la familia, y viceversa. De modo análogo, para el proto-sapiens, lo ideal sería identificar rasgos estructurales comunes (por ejemplo, conjuntos pronominales o marcadores gramaticales similares en todas las macrofamilias) que complementen las comparaciones léxicas como hankwa y henkwi. De hecho, Bruneteau intenta algo de esto en su obra más amplia (compara ciertos afijos gramaticales entre familias), pero esos argumentos quedan fuera de nuestro alcance aquí.
En resumen, la evidencia pronominal de trans–Nueva Guinea ilustra cómo opera una metodología comparativa robusta: se construyen familias utilizando los indicadores más fiables (pronombres, paradigmas morfológicos) y luego se comprueba si similitudes más tenues (como cognados de raíces globales) se alinean con ese marco. En el caso de hankwa y henkwi, resulta llamativo que las lenguas papúas – firmemente vinculadas por sus pronombres dentro de TNG – también alberguen reflejos de estas raíces (por ejemplo, wogamusin həkwit “viento”, pinai-hagahai nakʰə’ma “serpiente”). Esta coocurrencia refuerza la idea de que esas raíces no fueron invenciones aleatorias ni “palabras viajeras” posteriores, sino parte de la protolengua heredada por los linajes papúas (y potencialmente por todos los linajes humanos).
Origen común vs. convergencia: ¿raíces globales o préstamos globales?#
Es necesaria una evaluación crítica para determinar si la distribución mundial de *hankwa y *henkwi refleja realmente origen común a partir de una lengua proto-sapiens, en lugar de mera coincidencia, simbolismo sonoro o préstamos antiguos. Hay varios contraargumentos que considerar:
Onomatopeya y simbolismo sonoro: La raíz hankwa para aliento/vida contiene elementos fonéticos (h, vocal abierta) que imitan de forma natural la respiración. Es concebible que distintas sociedades hayan acuñado de manera independiente palabras similares para “aliento” basadas en el acto de exhalar (compárese el inglés ha, el hmong haau “respirar”, etc.). De igual modo, las palabras para serpiente suelen tener sibilantes o sonidos de siseo (compárese el hebreo nāḥāš, el inglés snake, el chino shé 蛇) para imitar el silbido de la serpiente. Sin embargo, henkwi no imita de forma obvia un siseo; su grupo consonántico es más complejo. La presencia de secuencias nasal + oclusiva (nk/ŋk) en términos para serpiente desde Nueva Guinea hasta el Cáucaso y las Américas no se explica fácilmente solo por simbolismo sonoro. De hecho, si la creación independiente fuera la norma, cabría esperar palabras para serpiente basadas en s en todas partes (como de hecho ocurre en algunas regiones), pero en cambio encontramos una secuencia específica h/n/k/w que se repite más allá de lo esperable por azar.
Préstamos antiguos o Wanderwörter: ¿Podría una palabra como henkwi haberse difundido mediante contactos interculturales tempranos? Por ejemplo, ¿podría una palabra de culto a la serpiente haberse extendido “horizontalmente” de una sociedad prehistórica a otra, dando lugar a una amplia distribución? Aunque sin duda hubo préstamos regionales (por ejemplo, la palabra austronesia naga para dragón se difundió en el Sudeste Asiático), es difícil imaginar que un único término para serpiente se extendiera a Nueva Guinea, África, Eurasia y las Américas en tiempos prehistóricos sin continuidad genética (migratoria) real. Los grupos humanos que poblaron distintos continentes tuvieron un contacto limitado durante decenas de milenios. Un préstamo trans-eurasiático (digamos, entre indoeuropeo, urálico y altaico) es concebible para algunas palabras, pero un Wanderwort transcontinental que abarque África, Oceanía y el Nuevo Mundo resulta poco verosímil. La profundidad temporal (decenas de miles de años) y el alcance geográfico implicados favorecen con fuerza la herencia a partir de una fuente global original (proto-sapiens), seguida de preservación o modificación en los linajes descendientes.
Probabilidad estadística: Con miles de lenguas, se producirán semejanzas aleatorias. Los críticos suelen señalar que, con suficientes datos, se pueden seleccionar palabras de sonido similar que en realidad no están emparentadas. Sin embargo, los verdaderos cognados deberían mostrar correspondencias fonéticas sistemáticas y un núcleo semántico compartido. En nuestro caso, hankwa/hengwi no es una palabra trivial CVC, sino una secuencia consonántica relativamente específica con un dominio semántico coherente (fuerza vital o serpiente). Las probabilidades de que reaparezca por azar en tantas familias con superposición de significado son bajas. Aun así, sin correspondencias fonéticas establecidas, la propuesta sigue siendo hipotética. Para el proto-sapiens, carecemos de una reconstrucción de la fonología sistemática (porque estamos en el límite de lo que el método comparativo puede lograr). Las reconstrucciones de Bruneteau intentan aproximar tales correspondencias (por ejemplo, sugiere que la h inicial a menudo se perdió o se convirtió en Ø, ʔ en algunas familias, que kw se volvió f o hw en otras, etc., para explicar las formas observadas). Estas hipótesis deben someterse a prueba con conjuntos de datos más amplios.
Independencia de la evidencia: Como se señaló antes, muchas de las protoformas utilizadas para argumentar a favor de raíces globales fueron formuladas por un solo investigador. Una demostración realmente convincente de origen común requeriría que múltiples investigadores que comparen conjuntos distintos de lenguas llegaran a reconstrucciones congruentes. Por ejemplo, si un especialista en afroasiático (ajeno a las hipótesis globales) reconstruye *hankw- “aliento” para el protoafroasiático, y un indoeuropeísta reconstruye *h₁engʷ- “serpiente” para el protoindoeuropeo, y un papuanista encuentra *ank(w)i “serpiente” en el proto-TNG, y todo ello se alinea, entonces una conexión global sería más creíble. En la realidad, las reconstrucciones afroasiáticas de la corriente principal proponen naḥ(š) para serpiente (semítico) o c̣ayn- para serpiente (chádico), no claramente hengwi, y los papuanistas de la corriente principal han sido cautos a la hora de reconstruir mucho más allá de los pronombres para el proto-TNG. Esto significa que la propuesta proto-sapiens sigue siendo principalmente una síntesis tentativa que requiere un compromiso académico más amplio.
Al sopesar estos puntos, la evidencia para hankwa es algo más susceptible de explicaciones alternativas (debido al elemento onomatopéyico) que la evidencia para henkwi. La palabra para aliento/vida podría haberse reinventado varias veces, pero una palabra específica para serpiente/dragón que persiste en todas partes es más difícil de atribuir a la coincidencia. La convergencia de la evidencia lingüística con la evidencia mitológica y arqueológica (por ejemplo, cultos a la serpiente, iconografía paleolítica de serpientes) también inclina la balanza hacia una fuente común. En última instancia, la hipótesis de origen común predice que, a medida que se refinen las reconstrucciones en diversas macrofamilias, apuntarán cada vez más a una forma proto-sapiens coherente. Los datos que hemos examinado – aunque no constituyen una “prueba” en sentido matemático – sugieren con fuerza que *hankwa y *henkwi son reliquias de una herencia compartida, palabras transportadas por los primeros humanos modernos mientras poblaban el mundo.
Implicaciones para la conciencia humana temprana y la hipótesis del culto a la serpiente#
Si *hankwa y *henkwi descienden efectivamente de una lengua proto-sapiens, su persistencia apunta a la importancia cultural de los conceptos que denotan: el aliento portador de vida y el arquetipo de la serpiente/dragón. Esto tiene implicaciones intrigantes para las teorías sobre el origen de la conciencia humana, la religión y el mito. La Eve Theory of Consciousness del antropólogo Andrew Cutler propone que la aparición de la autoconciencia (“el concepto de yo”) en los humanos estuvo vinculada a estados alterados de la mente inducidos por el ritual. En su hipótesis de seguimiento, a menudo llamada el “Snake Cult of Consciousness”, Cutler sostiene que un antiguo culto psicodélico a la serpiente –que involucraba rituales con veneno de serpiente como alucinógeno– catalizó la modernidad cognitiva y se difundió meméticamente a través de las primeras sociedades humanas. Según Cutler, las serpientes son “adoradas en todo el mundo y lo han sido desde el principio”, con frecuencia asociadas con el conocimiento y la trascendencia a pesar de sus cerebros “del tamaño de un cacahuate”. Señala que no es casualidad que las serpientes ocupen el Árbol del Conocimiento en el Génesis y en innumerables mitos de creación en todo el mundo, a menudo vinculadas con la inmortalidad, la sabiduría y el inframundo.
Los hallazgos lingüísticos presentados aquí encajan con la narrativa de Cutler. La raíz proto-sapiens henkwi sugiere que una palabra para serpiente/dragón formaba parte del vocabulario humano primordial. En otras palabras, la serpiente era lo suficientemente relevante para los primeros Homo sapiens como para estar entre los primeros conceptos codificados en el lenguaje y transmitidos a través de todas las culturas descendientes. Esto se alinea con la idea de Cutler de un culto paleolítico a la serpiente ampliamente difundido: la palabra pudo haberse propagado porque el culto (o al menos la importancia mítica de la serpiente) ya estaba presente en el repertorio cultural compartido antes de la dispersión fuera de África. La Eve Theory implica que un grupo selecto (quizá chamanas, simbolizadas por “Eva”) facilitó los avances cognitivos. Si esas chamanas formaban parte de una tradición ritual centrada en la serpiente, el término henkwi pudo haber sido pronunciado en conjuros o relatos de origen hace decenas de miles de años, permaneciendo en uso a medida que las sociedades se diversificaban.
Además, hankwa –la palabra para aliento, vida, alma– complementa este panorama. Muchas tradiciones místicas equiparan el aliento con el espíritu; controlar la respiración es una forma de alterar la conciencia. El énfasis de Cutler en los rituales para la autoconciencia resuena con la idea de que las técnicas de respiración (o la noción misma de “espíritu = aliento”) podrían ser antiquísimas. La palabra hankwa encapsula esa ecuación entre aire y esencia vital. En cierto sentido, los hablantes de proto-sapiens pudieron haber vinculado lingüísticamente vida (alma) con aliento/viento, y muerte con su cese, formando un marco conceptual que subyace a creencias espirituales posteriores (el “aliento de vida”, los “espíritus del viento”, etc.). Si seguimos la conjetura de Cutler de que los primeros humanos alcanzaron una conciencia superior mediante el ritual, quizá la respiración rítmica o sonidos semejantes al viento formaban parte de la inducción de trance, reflejados de nuevo en el vocabulario primordial.
En resumen, la supervivencia global de estas dos raíces brinda un apoyo tentador a la noción de que los primeros Homo sapiens no solo compartían una lengua común, sino también elementos comunes de cultura y religión. Las palabras *hankwa y *henkwi portan significados en el corazón del pensamiento existencial humano: la vida y la muerte (aliento y sangre), y la serpiente eterna que recorre la tierra y el cielo. Su perduración es coherente con una profunda continuidad en la conciencia humana desde el amanecer de nuestra especie. Como señala Cutler, ciertos universales (las serpientes, por ejemplo) son “difíciles de explicar sin difusión” y pueden apuntar a ritos colectivos o transferencias de conocimiento en la Edad de Piedra. Aunque mucho sigue siendo hipotético, integrar la lingüística con la arqueología y la mitología enriquece nuestra comprensión del legado de Eva: la posibilidad de que, cuando los humanos modernos despertaron a sí mismos, nombraron el viento que llenaba sus pulmones y la serpiente que rondaba sus sueños, y que aún hoy seguimos haciendo eco de esos nombres.
FAQ#
P1: ¿Este ensayo afirma “probar” el proto-sapiens?
No. Sostiene que hankwa y henkwi son candidatos inusualmente buenos a raíces extremadamente antiguas, y que su difusión global es difícil de descartar como coincidencia.
P2: ¿Qué tan convencionales son las reconstrucciones de Bruneteau?
Son especulativas. El artículo destaca dónde las propuestas se apoyan únicamente en Bruneteau y dónde se superponen con la lingüística histórica convencional (por ejemplo, PIE h₂enh₁- para “respirar”).
P3: ¿Podrían todas estas similitudes ser solo simbolismo fónico?
Es posible en el caso de hankwa (la respiración es naturalmente onomatopéyica), mucho menos para el complejo patrón consonántico de henkwi. El ensayo sopesa ambos escenarios.
Conclusion#
A través de los estudios de caso de *hankwa y *henkwi, hemos reunido un argumento interdisciplinario a favor de la hipótesis proto-sapiens. Estas dos raíces reconstruidas, que significan “aliento/vida” y “serpiente/dragón” respectivamente, muestran firmas fonológicas recurrentes en lenguas de Papúa Nueva Guinea, África, Eurasia y las Américas. Tal amplitud de distribución –especialmente cuando se combina con una semántica consistente– es difícil de atribuir a la coincidencia o al contacto posterior. En cambio, sugiere que estas estaban entre las palabras pronunciadas por los primeros humanos anatómicamente modernos, preservadas (aunque mutadas) en las lenguas descendientes tras decenas de milenios. La raíz hankwa destaca cómo una comprensión fundamental de la vida (el aliento-alma) podría ser un universal lingüístico, mientras que la raíz henkwi subraya la antigüedad de la serpiente como símbolo cultural.
También discutimos cómo los agrupamientos de macrofamilias suelen basarse en comparanda más concretos (como los pronombres), y usamos la familia trans–Nueva Guinea para ilustrar tanto el poder como los límites de tales evidencias. En última instancia, la hipótesis proto-sapiens no se sostiene en una sola palabra o dos; se mantendrá o caerá por el peso acumulativo de muchas comparaciones de este tipo, tanto léxicas como gramaticales. Los ejemplos de hankwa y henkwi no “prueban” que existió una sola lengua madre, pero refuerzan el argumento de que es plausible: que demasiadas congruencias se alinean a través de lenguas muy distantes como para ser descartadas sin más. Invitan a una investigación adicional, poniendo a prueba cada cognado propuesto en busca de correspondencias sonoras regulares y buscando raíces antiguas adicionales (para partes del cuerpo, accidentes naturales, etc.) que puedan mostrar una huella global similar.
Por último, la exploración de estas raíces primordiales nos ha llevado a considerar las implicaciones más amplias para el patrimonio humano. Si nuestras lenguas conservan vestigios del proto-sapiens, entonces, en cierto sentido, todas las culturas son hermanas, y nuestras ideas más sagradas (vida, alma, la serpiente del conocimiento) forman parte de una historia humana compartida. Esta perspectiva resuena con teorías como la de Cutler, según las cuales nuestra revolución cognitiva fue un acontecimiento singular (o un conjunto de acontecimientos) en la prehistoria que se difundió a toda la humanidad. La hipótesis proto-sapiens, por tanto, es más que una conjetura lingüística: es un puente entre palabras y cosmovisión, entre el tiempo profundo del lenguaje y el origen del mito. Por especulativo que sea este campo, nos impulsa a maravillarnos ante la posibilidad de que, cuando respiramos (hankwa) y hablamos de serpientes (henkwi), estemos haciendo eco de los primeros humanos, reconectando con una unidad perdida de lenguaje y pensamiento que alguna vez nos unió a todos.
Footnotes: Todas las citas en línea marcadas con 【†】 corresponden a fuentes que aportan evidencia en apoyo de las afirmaciones realizadas. En particular, A Glossary of 250 Reconstructed Proto-Sapiens Roots de Nicolas Bruneteau fue un recurso clave para los datos lingüísticos sobre hankwa y henkwi. El artículo de 2013 de Julien d’Huy informó la discusión sobre la antigüedad del mito del dragón, y los escritos de Andrew Cutler sobre la hipótesis del culto a la serpiente se utilizaron para vincular los hallazgos lingüísticos con la teoría antropológica. El autor ha mantenido un enfoque académico, utilizando comparaciones lingüísticas bien establecidas cuando están disponibles y etiquetando claramente las reconstrucciones más especulativas como tales. Se anima a cada lector a consultar las obras citadas para mayor detalle y a abordar la hipótesis proto-sapiens con una perspectiva equilibrada: imaginativa pero crítica.
Sources#
- Bruneteau, N. (2023). A Glossary of 250 Reconstructed Proto-Sapiens Roots.
- d’Huy, J. (2013). “Le motif du dragon serait paléolithique: mythologie et archéologie.” Préhistoire du Sud-Ouest, 21(2), 195-215.
- Cutler, A. (2023). “The Snake Cult of Consciousness,” Vectors of Mind.
- Mallory, J. P. & Adams, D. Q. (2006). The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and the Proto-Indo-European World.