TL;DR
- Muchos pensadores proponen que la conciencia evolucionó por etapas: de una conciencia primitiva e inmersa a una mente moderna reflexiva.
- Emergen patrones comunes: arcaico/mágico → mítico/teológico → racional/mental → posibles etapas integrales/espirituales.
- Gran ruptura de la Era Axial (~800–200 a. C.): múltiples civilizaciones desarrollan de manera independiente una conciencia racional y autocrítica.
- Teorías modernas incluyen: el espíritu dialéctico de Hegel, las estructuras de Gebser, el espectro de Wilber, la revolución recursiva de Cutler.
- Se anticipa una evolución futura: la mayoría de los teóricos vislumbran una síntesis superior más allá de la conciencia mental-racional actual.
- Convergencia de líneas de tiempo: Paleolítico mágico, Neolítico mítico, Era Axial racional, moderno analítico, integral emergente.
Modelos evolutivos de la historia de la conciencia#
A lo largo de la historia, muchos pensadores han propuesto que la conciencia humana (o nuestra cosmovisión y mentalidad colectivas) se ha desarrollado por etapas desde comienzos primitivos hasta formas más complejas. Esta “evolución de la conciencia” suele mapearse sobre épocas históricas: desde tiempos prehistóricos, pasando por las civilizaciones antiguas, hasta la era moderna, y a veces hacia posibilidades futuras. A continuación se presenta un resumen exhaustivo de varios modelos destacados, cada uno delineando etapas en el desarrollo de la conciencia humana, junto con, cuando es posible, cómo estas etapas corresponden a períodos históricos concretos.
Georg Wilhelm F. Hegel – Evolución dialéctica del Espíritu#
Hegel (1770–1831) concibió la historia como el despliegue progresivo del Geist (Espíritu o Mente) hacia la plena autoconciencia y la libertad. En su filosofía de la historia, las sociedades humanas avanzan mediante conflictos dialécticos que en última instancia incrementan la conciencia de la libertad. Hegel mapeó célebremente este progreso sobre la historia mundial, distinguiendo varias etapas histórico‑culturales principales:
- Despotismo oriental: En el antiguo mundo “oriental”, una sola persona (el emperador divino) es libre: la sociedad acepta únicamente al gobernante como verdaderamente autónomo. La libertad es así el privilegio de una sola autoridad. Hegel veía estos primeros imperios teocráticos como poseedores de una conciencia tiránica en la que las masas carecían de cualquier sentido de individualidad independiente o de derechos.
- Grecia y Roma clásicas: En la época grecorromana, algunas personas son libres, a saber, los ciudadanos de la ciudad‑estado o la república. Esta era introdujo una conciencia más diferenciada: un contraste entre ciudadanos libres y esclavos, lo que indica una conciencia ampliada de que ciertas clases de seres humanos poseen una personalidad autónoma.
- Europa germánica/cristiana: En la era moderna moldeada por el cristianismo y el surgimiento de las naciones europeas, todas las personas son en principio libres: surge la idea de que la libertad y la dignidad pertenecen a cada individuo como tal. (Hegel atribuyó a la noción cristiana de que todas las almas son iguales ante Dios la base espiritual de este universalismo). Aquí, el Espíritu alcanza el concepto de individualidad libre, encarnado en los estados constitucionales modernos y en la conciencia protestante.
Hegel sostuvo que en esta etapa final, el concepto de libertad se realiza plenamente como atributo humano universal. Cada etapa histórica no es simplemente una mejora en las condiciones sociales, sino un profundizamiento cualitativo de la conciencia: desde la aceptación pasiva del destino bajo un déspota hasta la autodeterminación activa de los individuos en una sociedad racional. Este movimiento dialéctico está impulsado por contradicciones internas en la idea de libertad de cada etapa, que conducen a su superación (sublación) en una etapa superior. En la visión de Hegel, la historia efectivamente termina cuando el Espíritu se conoce a sí mismo por completo, condición que él veía reflejada en su propio mundo cristiano‑europeo moderno, al que consideraba la máxima realización del Espíritu absoluto (una conclusión eurocéntrica controvertida). El modelo de Hegel sitúa el pináculo de la conciencia en la era moderna, construida sobre las contribuciones de todas las épocas anteriores.
(Correspondencia histórica: las etapas de Hegel se corresponden aproximadamente con: las primeras civilizaciones de los valles fluviales del Cercano Oriente (despotismo oriental), la antigüedad clásica de Grecia y Roma, y la era posclásica/cristiana en Europa hasta el siglo XIX.)
Auguste Comte – Tres etapas de la evolución intelectual#
Auguste Comte (1798–1857), fundador del positivismo, propuso la “Ley de los Tres Estados” para describir la evolución del pensamiento y la sociedad humanos. Según Comte, la mente colectiva de la humanidad progresa a través de tres etapas secuenciales:
- Estado teológico: En la fase más temprana, los seres humanos explican los fenómenos mediante agentes sobrenaturales. Las personas atribuyen los acontecimientos naturales a la voluntad de dioses o espíritus. Esta etapa abarca desde el animismo y el politeísmo hasta el monoteísmo, pero en todos los casos los sucesos se explican por intervención divina o fuerzas “milagrosas”. (Comte subdividió además este estado en fetichismo, politeísmo y monoteísmo). La mentalidad teológica dominó las sociedades prehistóricas y antiguas, donde el mito y la religión eran los marcos principales para comprender el mundo.
- Estado metafísico: En esta etapa de transición, las deidades sobrenaturales personificadas son reemplazadas por principios o esencias abstractas como explicaciones. Los fenómenos se explican mediante ideas filosóficas como “naturaleza”, “facultades” o “fuerzas” inherentes a las cosas (por ejemplo, los escolásticos medievales hablando de esencias, o los deístas ilustrados invocando la Naturaleza y la Razón como abstracciones). El pensamiento metafísico es esencialmente una teología impersonal y abstracta: invoca entidades como “Naturaleza” o “fuerza vital” en lugar de dioses, o postula causas últimas y esencias más allá del alcance empírico. Esta etapa se corresponde aproximadamente con el período clásico tardío y medieval, cuando la filosofía y la teología escolástica intentaron racionalizar o despersonalizar las ideas religiosas anteriores.
- Estado positivo (científico): En la etapa final, la humanidad abandona la búsqueda de causas últimas o explicaciones sobrenaturales y se centra en la observación empírica y las leyes científicas. Todos los fenómenos se entienden ahora a través de la ciencia, es decir, descubriendo leyes y hechos naturales, y utilizando la razón y el experimento. Esta mentalidad positivista surgió en la era moderna (la propia época de Comte, entre los siglos XVIII y XIX) y representa la madurez del intelecto. Las explicaciones consisten en vincular hechos con leyes generales, no en invocar esencias ontológicas o voluntades divinas. Comte veía este estado científico como la culminación de la evolución mental, donde la indagación empírica racional reemplaza las explicaciones imaginarias o abstractas.
Comte creía que estas etapas también reflejan el desarrollo de un individuo desde la niñez hasta la adultez. En la infancia tendemos a explicaciones fantásticas y animistas (teológicas); en la juventud favorecemos la especulación abstracta (metafísica); en la adultez (idealmente) alcanzamos el razonamiento científico. El modelo de Comte sitúa así a la ciencia positiva moderna como la forma más alta de pensamiento, que supera la ingenuidad teológica de los pueblos primitivos y la metafísica estéril de los filósofos.
(Correspondencia histórica: el estado teológico de Comte abarca toda la antigüedad y la Edad Media (cuando predominaba el pensamiento religioso/mítico). El estado metafísico se extiende aproximadamente desde el Renacimiento hasta la Ilustración (cuando las ideas filosóficas abstractas reemplazaron la teología estricta). El estado positivo comienza con la Revolución Científica (siglo XVII) y entra en plena vigencia en el siglo XIX con el triunfo de la ciencia empírica.)
Giambattista Vico – Corsi e Ricorsi (edades cíclicas de la conciencia)#
Giambattista Vico (1668–1744), filósofo e historiador italiano, propuso que toda nación o cultura atraviesa un ciclo de tres edades en el desarrollo de su mentalidad colectiva. En La Scienza Nuova (1725), Vico describe estas etapas (seguidas por un período de decadencia y un reinicio, en un ciclo repetitivo), que reflejan cómo la conciencia y la sociedad humanas coevolucionan:
- Edad de los dioses: En el comienzo, la conciencia humana está inmersa en el mito y la divinidad. Los primeros seres humanos, carentes de razonamiento o lenguaje abstractos, imaginan el mundo en términos profundamente mitopoiéticos. Vico teorizó que los humanos prehistóricos experimentaban poderosos fenómenos naturales (como tormentas eléctricas) como acciones de los dioses; por ejemplo, un gran trueno se tomaba como la voz de Júpiter (Jove) hablando. En esta etapa, todo se atribuye a seres divinos, y las instituciones sociales (como la familia, el matrimonio, los ritos funerarios) se establecen bajo un temor religioso reverencial. El lenguaje humano comienza con sonidos poéticos e imitativos (por ejemplo, “¡Jove!” en el miedo al trueno) más que con categorías lógicas. La conciencia es así unitaria e imaginativa: los humanos aún no distinguen entre sí mismos y las intenciones del mundo natural. Viven en una especie de “participación original” (para tomar el término de Barfield) donde la realidad está saturada de dioses y signos.
- Edad de los héroes: Con el tiempo, a medida que se forman sociedades, surge una era de aristocracia heroica. Aquí la conciencia realiza una primera diferenciación: el mundo ya no está gobernado directamente por dioses, sino por antepasados heroicos o semidioses semejantes a dioses. Vico describe esta edad como una de caudillos tribales y patriarcas (por ejemplo, los héroes de Homero o los jefes de las primeras ciudades‑estado). La sociedad es jerárquica (nobles frente a plebeyos), y el lenguaje y el pensamiento son simbólicos y metonímicos (por ejemplo, emblemas heráldicos, metáforas míticas) más que plenamente abstractos. Las leyes se arraigan en la tradición sagrada y la fuerza. La conciencia de esta edad sigue siendo en gran medida poética y colectiva (las familias nobles se ven a sí mismas como descendientes de dioses), pero incipientes ideas de ley y razón humanas empiezan a aparecer en los intersticios del mito.
- Edad de los hombres: Finalmente, la sociedad humana entra en una edad de humanidad común y razón. Los héroes son reemplazados por individuos racionales y repúblicas. Esta etapa se caracteriza por la aparición de la filosofía, la razón crítica y la reflexión consciente sobre los asuntos humanos. La ley se vuelve secular y universal (la Edad de los hombres ve el desarrollo de un derecho plenamente racional y de la igualdad cívica; Vico pone como ejemplo que en la República romana la ley se escribía y se aplicaba a todos los hombres, no sólo dictada por reyes de derecho divino). El lenguaje evoluciona hacia la prosa y los términos abstractos (aparece la escritura alfabética). La conciencia en esta edad es marcadamente autorreflexiva y racional, capaz de crítica y pensamiento conceptual. Los seres humanos ahora se ven a sí mismos como humanos (no semidioses) y comienzan a perseguir el conocimiento secular. Vico advierte, sin embargo, que al final de esta etapa, el escepticismo racional y el egoísmo pueden socavar la unidad social, conduciendo a un colapso en el caos o a una “barbarie de la reflexión”, tras lo cual puede comenzar un nuevo ciclo.
El modelo de Vico es cíclico (corsi e ricorsi): después de que la Edad de los hombres alcanza su punto máximo, la sociedad puede degenerar y producir un nuevo comienzo “bárbaro”, que vuelve a mitologizar el mundo (un retorno a una religiosidad primitiva). Es notable que las edades de Vico se correspondan con cambios en la conciencia: de una mentalidad dominada por la imaginación (infantil y comunal) a una mentalidad basada en el honor y metafórica (heroica y aristocrática), y finalmente a una mentalidad reflexiva (racional y democrática). Estas edades pueden mapearse de manera aproximada sobre la historia real: el propio Vico vinculó la Edad de los dioses con el período prehistórico temprano y protohistórico (cuando religiones como las de Egipto o los primeros nómadas personificaban las fuerzas naturales), la Edad de los héroes con la época de Homero, los patriarcas y el derecho arcaico (por ejemplo, la era de las ciudades‑estado, la monarquía temprana), y la Edad de los hombres con las eras republicanas clásicas y modernas de una sociedad civil plenamente desarrollada. Cada nación, pensaba, atraviesa estas etapas a su propio ritmo. (Por ejemplo, Vico consideraba a la Europa posmedieval como inmersa en una Edad de los hombres, en riesgo de caer en una nueva barbarie si la libertad racional degeneraba en anarquía).
Antropología evolutiva del siglo XIX – De la mentalidad “primitiva” a la mente moderna#
Los antropólogos de finales del siglo XIX propusieron una evolución unilineal del pensamiento humano, a menudo enmarcándola como una progresión desde modos de pensamiento “primitivos” hasta “civilizados”. Estos modelos no trataban la conciencia en un sentido espiritual, pero describían el desarrollo histórico de cosmovisiones y marcos cognitivos:
- Edward B. Tylor (1832–1917): Tylor, considerado a menudo el fundador de la antropología, sostuvo que el sistema de creencias más temprano de la humanidad fue el animismo: la idea de que espíritus habitan todas las cosas (plantas, animales, objetos), que él veía como la raíz de toda religión. Con el tiempo, sugería, las creencias animistas evolucionaron hacia religiones politeístas organizadas y luego hacia el monoteísmo, a medida que las culturas se volvían más complejas. En última instancia, en la sociedad moderna educada, el razonamiento científico reemplazaría por completo las explicaciones religiosas. El esquema de Tylor implicaba así una evolución mental desde una atribución infantil de alma a la naturaleza, pasando por la creencia en muchos dioses, hasta un Dios único más abstracto, y finalmente la ciencia racional. (Definió célebremente la cultura como conocimiento “adquirido” y veía a las culturas “primitivas” como fósiles vivientes de etapas tempranas).
- James G. Frazer (1854–1941): Frazer amplió esta idea con un modelo de tres etapas: magia → religión → ciencia. En The Golden Bough (1890), Frazer postuló que los primeros humanos usaron la magia como su primera forma de pensamiento, esencialmente una seudociencia basada en asociaciones erróneas (por ejemplo, creer que se puede influir en la naturaleza mediante rituales o símbolos). Cuando la magia no logró proporcionar control sobre el mundo, los humanos recurrieron a la religión, suplicando a los dioses ayuda y orden. Más tarde, con la Ilustración, surgió el pensamiento científico, que para Frazer era la etapa final en la que los humanos dependen de leyes empíricas y rechazan tanto la manipulación mágica como la invocación religiosa. Frazer veía así un desarrollo ascendente continuo de la racionalidad: desde la “tecnología” pre‑lógica de la magia, pasando por las personificaciones imaginativas de la religión, hasta el modo racional‑empírico de la ciencia. Subrayó explícitamente que en la etapa científica moderna las personas ven el mundo de forma analítica, en términos de causa y efecto naturales, mientras que en la etapa mágica veían conexiones místicas ocultas, y en la etapa religiosa imaginaban deidades personales detrás de los fenómenos. (Frazer observó que la magia y la ciencia se parecen en que ambas buscan el control práctico, mientras que la religión trata de apaciguar la voluntad de los dioses). Las ideas de Frazer mapearon la evolución mental sobre la historia: tribus prehistóricas y chamanes neolíticos practicando magia, sociedades clásicas y medievales dominadas por la religión, y el mundo industrial moderno abrazando la causalidad científica.
- Lewis H. Morgan (1818–1881): Morgan propuso una influyente evolución sociocultural en Ancient Society (1877), dividiendo el progreso humano en salvajismo → barbarie → civilización. Cada etapa se definía por avances tecnológicos y sociales (uso del fuego, arco, cerámica en el salvajismo; agricultura, domesticación, metalurgia en la barbarie; escritura y organización estatal en la civilización). Implícito en Morgan (y en quienes se inspiraron en él, como los primeros marxistas) está el desarrollo de la capacidad mental junto con el progreso material. Por ejemplo, la etapa de “salvajismo” (cazadores‑recolectores) se asociaba con lenguaje rudimentario y pensamiento animista; la etapa de “barbarie” (sociedades agrarias tempranas) fomentaba relatos míticos, identidades de clan y cierto razonamiento pragmático; la etapa de “civilización” (desde la invención de la escritura en adelante) posibilitaba el pensamiento abstracto, la memoria histórica y el razonamiento complejo. El marco de Morgan trata más de la evolución social, pero conlleva la noción de que la conciencia humana se expande con nuevos medios de subsistencia y comunicación. (Por ejemplo, el uso de la escritura en la etapa de Civilización corresponde a un salto en el pensamiento reflexivo: derecho escrito, filosofía, etc.).
Nota: La antropología moderna ha criticado estos modelos victorianos por ser excesivamente simplistas y etnocéntricos. Sin embargo, su influencia puede verse en teorías posteriores sobre la evolución de la conciencia. Establecieron la idea de que el modo de pensamiento (mítico, religioso, científico, etc.) está ligado a etapas de desarrollo cultural. Pensadores como Frazer y Tylor trataron explícitamente la “mentalidad primitiva” (animista, mágica, pre‑lógica) como antecesora de la conciencia más “racional” de los adultos modernos educados.
(Correspondencia histórica: la “magia” de Tylor y Frazer corresponde a las prácticas de las culturas paleolíticas y tribales neolíticas; la “religión” corresponde a las fes organizadas de las civilizaciones agrarias (desde la Edad del Bronce hasta la época medieval); la “ciencia” es la cosmovisión de la era industrial moderna. El “salvajismo” de Morgan se alinea aproximadamente con las eras paleolítica y mesolítica de recolección y caza; la “barbarie” con las sociedades aldeanas del Neolítico hasta la temprana Edad del Hierro; y la “civilización” con las sociedades urbanas alfabetizadas desde la antigüedad hasta la actualidad.)
Erich Neumann – Etapas arquetípicas de la conciencia#
Erich Neumann (1905–1960), psicólogo junguiano, trazó la evolución psicológica de la conciencia en términos mitológicos. En The Origins and History of Consciousness (1949), Neumann sostiene que la conciencia humana emergió de un inconsciente primordial a través de una serie de etapas arquetípicas, de manera similar a como el ego de un individuo surge del inconsciente. Utiliza el simbolismo de los mitos del mundo para delinear esta evolución:
- Uróboros (unidad primordial): Al principio, la psique humana se encontraba en un estado de unidad indiferenciada con la naturaleza, simbolizado por el uróboros (la serpiente que se muerde la cola, símbolo de unidad cíclica autocontenida). En esta etapa no hay un verdadero ego ni autoconciencia; sujeto y objeto no están distinguidos. Neumann lo compara con la conciencia de un infante o con un profundo estado de sueño colectivo: los primeros humanos experimentaban el mundo como “un gran organismo” y a sí mismos sólo momentáneamente como seres separados. Mitológicamente, esto corresponde a los mitos del paraíso o al útero de la Gran Madre. Prehistóricamente, podríamos asociarlo con la conciencia de los primeros Homo sapiens (Paleolítico medio), donde el comportamiento estaba impulsado por el instinto y los ritmos de la naturaleza, y cualquier incipiente sentido del yo se “ahogaba” rápidamente en el grupo o el entorno.
- Gran Madre y separación de los Padres del Mundo: Las siguientes etapas implican el amanecer del ego a través del conflicto con la matriz materna del inconsciente. Según Neumann, la conciencia en evolución de la humanidad se enfrentó al arquetipo de la Gran Madre, que representa los poderes envolventes de la naturaleza y del inconsciente. Esta etapa se caracteriza por la mitología matriarcal, cultos de fertilidad y una relación ambivalente con la figura materna (a la vez nutricia y amenazante). La separación de los Padres del Mundo (Cielo y Tierra en el mito) simboliza la separación del ego respecto de los arquetipos primordiales de la madre y el padre, introduciendo la dualidad. Aquí vemos los primeros temas míticos de la creación, donde la unidad cielo‑tierra se desgarra para hacer espacio al mundo humano, reflejando un incipiente sentido de alteridad. En términos de evolución cultural, esto podría corresponder al período del Paleolítico superior al Neolítico, cuando aparecen el arte rupestre y los primeros mitos: los humanos comienzan a representar y, por tanto, a distanciarse del mundo circundante.
- El viaje del héroe (nacimiento del ego): En cierto punto, la conciencia se vuelve lo suficientemente individualizada como para ser personificada como el Héroe en los mitos. El mito del héroe, presente en muchas culturas, narra cómo un héroe emerge de la madre, combate monstruos (a menudo dragones o serpientes que simbolizan el inconsciente uróborico) y obtiene un reino o un tesoro, lo que simbólicamente es el establecimiento de una conciencia del ego estable. Neumann ve esto como el punto de inflexión crítico en el que el ego se separa del inconsciente y asume la dominancia. El héroe mata al dragón (supera el tiránico tirón de la Gran Madre o del caos primordial) y posiblemente se casa con una princesa (unión con lo femenino en un nivel superior, lo que indica integración). Neumann vincula esta etapa con el auge de sociedades tribales patriarcales y antiguos imperios, donde dioses héroes solares (Zeus, Marduk, etc.) matan monstruos primordiales y establecen el orden. Es la era en la que la conciencia mítica (el mundo de los dioses, las leyendas, el dualismo moral) florece plenamente, aproximadamente las culturas de la Edad del Bronce con narrativas épicas como Gilgamesh, el Ramayana, etc. Psicológicamente, la humanidad posee ahora un ego claro que puede reflexionar, decidir y luchar con los impulsos.
- Integración ego/Sí‑mismo: Las etapas posteriores de Neumann (implícitas en su obra) implican el desarrollo ulterior del ego y su eventual integración con el Sí‑mismo (la psique total). Tras las victorias del héroe, a menudo llega el “viaje nocturno por el mar” o descenso al inframundo, mitos de muerte y renacimiento que corresponden al enfrentamiento del ego con la sombra y contenidos más profundos del inconsciente. En términos históricos, esto podría correlacionarse con la Era Axial (800–200 a. C.) y más allá, cuando surgieron la autocrítica reflexiva, el pensamiento de segundo orden y las filosofías místicas (por ejemplo, la tragedia y la filosofía griegas cuestionando el heroísmo de los héroes, las prácticas introspectivas indias y budistas, etc.). En última instancia, Neumann (como junguiano) vislumbraba una posible reunificación de lo consciente y lo inconsciente en un nivel superior, análoga a la idea junguiana del Sí‑mismo o a una nueva era creativa.
La contribución clave de Neumann consiste en ver los motivos mitológicos universales como reflejos de etapas en la evolución de la conciencia humana. La psique de la humanidad temprana era maternal, participativa e inconsciente; luego vino el surgimiento del ego individual (el héroe) y de los dioses patriarcales, y finalmente el ego moderno autoconsciente capaz de introspección (con los problemas concomitantes de alienación, que abordan los mitos de la muerte del héroe). También afirmó célebremente que la ontogenia recapitula la filogenia en este contexto: la psique de cada individuo se desarrolla a través de estas mismas etapas arquetípicas (cada uno de nosotros tiene su infancia “uróborica”, su lucha por la autonomía, etc.). Así, estudiar los mitos antiguos es como ver la infancia de la mente de la humanidad.
(Correspondencia histórica: el modelo de Neumann es arquetípico y no está ligado a fechas específicas, pero se puede alinear aproximadamente la etapa uróborica con el período Paleolítico de cazadores‑recolectores (cuando los humanos vivían inmersos en la naturaleza con una mínima distinción yo/otro). La Gran Madre y los primeros mitos heroicos abarcarían del Neolítico a la temprana Edad del Bronce (cultos de fertilidad, diosas madre, luego dioses guerreros de la tormenta que matan monstruos caóticos como en el mito mesopotámico). La etapa de héroe/ego pleno corresponde a las civilizaciones de la Edad del Bronce y del Hierro con sus panteones de dioses diferenciados y héroes legendarios (por ejemplo, Hércules, Rama), lo que refleja un ego fuerte pero aún mítico. La etapa reflexiva posterior se alinea con la Era Axial y la antigüedad clásica (cuando, por ejemplo, los filósofos griegos o los monjes budistas cuestionan la naturaleza del yo y la ética, lo que indica una conciencia que empieza a reflexionar sobre sí misma).)
Owen Barfield – De la participación original a la conciencia espectadora (y más allá)#
Owen Barfield (1898–1997), filósofo y lingüista, describió la evolución de la conciencia principalmente a través de cambios en el lenguaje y la percepción. Barfield sostuvo que los humanos antiguos no experimentaban el mundo como lo hacen los humanos modernos; en cambio, vivían en un estado de “participación original”, que sólo más tarde dio paso a nuestra actual “conciencia espectadora”. Finalmente, previó la posibilidad de una “participación final”, una etapa futura que uniera ambas. Las etapas pueden delinearse de la siguiente manera:
- Participación Original: Este es el modo de conciencia de los pueblos antiguos y prehistóricos, en el cual los individuos se sentían profundamente inmersos en el mundo e intrínsecamente conectados con la naturaleza. En la participación original no hay un sentido claro de un “yo” aislado frente al mundo; en cambio, el yo y el mundo se interpenetran. Por ejemplo, Barfield señala que las lenguas antiguas usaban palabras únicas (como el griego pneuma) que significaban espíritu, viento y aliento al mismo tiempo, lo que indica que las personas experimentaban todo eso como una sola realidad fenomenológica. Una persona en participación original no objetiva la naturaleza: el viento que mueve los árboles y el aliento que mueve los pulmones se sentían como la misma agencia viviente. Mitológicamente, esta conciencia corresponde a cosmovisiones animistas y politeístas donde todo está animado y los signos/símbolos forman parte de la realidad. (Barfield cita a menudo cómo para el hombre antiguo, el lenguaje era poético y literal simultáneamente – por ejemplo, decir “Espíritu” y “Viento” con una sola palabra, significando ambos.) Esta etapa persistió a través de la sociedad tribal y las primeras civilizaciones. En términos de cronología, la participación original abarcaría desde el amanecer del Homo sapiens (Paleolítico Superior) hasta por lo menos la Edad del Bronce e incluso bien entrado el primer milenio a. C. para muchas culturas. (Barfield reconoce que distintas culturas abandonaron este estado en momentos diferentes – por ejemplo, las mentes griega y hebrea empezaron a cambiar en el primer milenio a. C., mientras que algunos pueblos indígenas preservaron la participación original mucho más tarde.)
- Conciencia Espectadora (Onlooker Consciousness): Este es el término de Barfield para la mentalidad moderna, que surgió gradualmente pero llegó a dominar con la Revolución Científica (siglo XVII aprox.). La conciencia espectadora se caracteriza por una marcada división sujeto–objeto: el individuo se percibe a sí mismo como una “mente” que observa un mundo mecánico y externo. La naturaleza ahora está “allá afuera”, desencantada y compuesta de meras cosas, mientras que el significado se ve como residente únicamente en la mente humana. Este modo fue prefigurado por la Edad Axial y los filósofos clásicos que “se apartaron” de la participación para reflexionar sobre el cosmos (Barfield señala que la filosofía griega y el monoteísmo hebreo ya se movían hacia la abstracción, trascendiendo la participación inmediata). Sin embargo, se materializó plenamente en la Baja Edad Media y el Renacimiento, con desarrollos como el nominalismo (por ejemplo, Ockham) y la cosmovisión copernicana, y culminó en el dualismo de Descartes (“Pienso, luego existo”) y la ciencia mecanicista newtoniana. Para la época moderna, el mundo se veía como objetivamente desprovisto de mente o espíritu, y la humanidad como un observador separado de la naturaleza. Barfield lo llama “espectador” porque nos situamos aparte y contemplamos el mundo, en lugar de participar en él. La conciencia de esta etapa es altamente autoconsciente y analítica, capaz de objetividad y pensamiento crítico, pero sufre de un sentido de alienación: el costo de renunciar a la unidad participativa. (Esta conciencia “disuelve la unidad semántica” de las edades anteriores – por ejemplo, pneuma se descompone en múltiples conceptos: mente vs. materia, espíritu vs. viento.) Históricamente, se puede situar el amanecer de la conciencia espectadora alrededor de la Edad Axial (c. 500 a. C.) para algunas culturas (cuando surgieron la ética abstracta y la racionalidad), pero Barfield enfatiza que realmente se volvió dominante en los siglos XVII–XVIII d. C., con el triunfo del materialismo científico.
- Participación Final: Barfield creía (siguiendo inspiraciones de Coleridge y Rudolf Steiner) que la siguiente etapa sería una reunión consciente de la materia y la mente – no una regresión a la participación original, sino una síntesis superior. En la “participación final”, los seres humanos participarían en la vida del mundo intencional y autoconscientemente, superando la división sujeto-objeto sin perder la individualidad. Esto podría significar un futuro en el que la conciencia experimente de nuevo la naturaleza como viva de significado, pero a través del yo plenamente desarrollado, no borrándolo. Barfield veía indicios de esto en la imaginación poética y la ciencia “participativa” de Goethe, y consideraba la Antroposofía (la ciencia espiritual de Steiner) como un intento de cultivar la participación final. Esta etapa se sitúa en el futuro – si la humanidad puede aprender a reconectarse con los aspectos cualitativos e interiores de la realidad sin perder la claridad racional. Implicaría una transformación de la conciencia tan trascendental como el cambio de la Edad Axial/Revolución Científica. (En términos temporales, se podría hablar de una incipiente segunda Edad Axial o de una nueva época en los próximos siglos, en la que la espiritualidad y la ciencia se reconcilien.)
El análisis de Barfield es único al centrarse en la evidencia semántica – por ejemplo, textos antiguos y significados de palabras – para mostrar que la gente pensaba y percibía de manera diferente en épocas anteriores. La Participación Original corresponde a la conciencia mítica de la Antigüedad, que probablemente comenzó en tiempos prehistóricos (Neolítico o antes) y caracterizó civilizaciones como las de la Grecia homérica, la India antigua, etc. La conciencia espectadora tomó forma a través de desarrollos tardoclásicos y medievales, pero se volvió la norma en la época moderna (Periodo Moderno Temprano). La Participación Final se concibe como una conciencia futura potencial más allá del enfoque mental-racional moderno. La visión evolutiva de Barfield no es lineal-progresiva en términos de “mejor o peor”; más bien, ve una pérdida (de significado viviente) que acompaña la ganancia en objetividad, pérdida que la participación final debe restaurar en un nivel superior.
Jean Gebser – Estructuras de la Conciencia (Arcaica a Integral)#
Jean Gebser (1905–1973), un filósofo europeo, describió el “despliegue de la conciencia” en términos de cinco grandes estructuras o mutaciones de la conciencia: arcaica, mágica, mítica, mental e integral. Cada estructura no es meramente un período histórico sino una forma de experimentar la realidad, con sus propias características espaciales, temporales y de sentido del yo. Sin embargo, Gebser sí vinculó estas estructuras con grandes épocas de la historia humana. En The Ever-Present Origin (1949), expone:
- **Estructura Arcaica (cero-dimensional, conciencia de “sueño profundo”) – Esta es un estado original indiferenciado de la conciencia. Gebser la compara con un estado de sueño profundo sin sueños: un mundo no-perspectívico donde el yo y el entorno son indistintos y la conciencia es mínima. En la estructura arcaica hay una identidad completa con el todo; los primeros humanos en esta etapa no tenían un ego desarrollado ni sentido del tiempo o de la separación. Se hipotetiza que esta estructura corresponde a los primerísimos humanos (quizá Homo sapiens temprano o incluso homínidos pre-sapiens). Es “cero-dimensional” porque no hay percepción de un espacio diferenciado: es una inmersión puntual en el todo. Correlación histórica: Esto es más especulativo, pero se podría asociar con el Paleolítico anterior a la aparición del arte simbólico o el ritual, cuando la conciencia humana era una extensión de la naturaleza con solo destellos de autoconciencia.
- **Estructura Mágica (unidimensional, conciencia de “sueño”) – Aquí ocurre una separación mínima entre el hombre y la naturaleza, pero la conciencia sigue dominada por una unidad con el grupo y el entorno. La estructura mágica es pre-perspectívica y atemporal: los primeros humanos en este modo viven en una especie de relación onírica con la naturaleza, llena de conciencia animista y colectiva. El mundo está encantado – los objetos y eventos están vinculados por participation mystique (conexiones místicas). El yo apenas se distingue; la seguridad y la identidad solo se obtienen dentro de la tribu o clan. La conciencia mágica es unidimensional en los términos de Gebser: la vida se ve a lo largo de una sola “línea” de afecto y enlace (una cosa influye directamente en otra mediante la magia, sin un espacio abstracto entre ellas). El lenguaje es gestual o encantatorio más que proposicional. Correlación histórica: Esto corresponde a las sociedades tribales del Paleolítico y Mesolítico. Gebser asocia la transición de lo arcaico a lo mágico con la mítica “Caída del Hombre”: el punto en el que los humanos abandonan el Edén puramente instintivo y empiezan a usar símbolos o rituales primitivos. En términos más concretos, para cuando aparecen las pinturas rupestres del Paleolítico Superior y los rituales chamánicos (c. 30,000–10,000 a. C.), vemos evidencia de conciencia mágica: humanos intentando influir en la realidad mediante rituales, identificándose con animales tótem, etc.
- **Estructura Mítica (bidimensional, conciencia de “ensueño”) – En la estructura mítica, florecen la imaginación y la narrativa simbólica. La conciencia se vuelve bi-polar: los humanos perciben el mundo en dualidades y polaridades (por ejemplo, luz/oscuridad, bien/mal, dioses masculinos/femeninos) y lo expresan mediante mitos y símbolos. Gebser la llama bidimensional porque introduce un sentido de interior vs. exterior, o un espacio simbólico donde los opuestos interactúan (como el “plano” de una historia o un mandala). El tiempo en la estructura mítica es rítmico y cíclico (el tiempo de las estaciones, del eterno retorno), más que puramente atemporal como en la mágica o lineal como en la mental. El yo es ahora un participante en historias: los individuos se identifican con roles (miembro de un linaje, seguidor de una deidad) en un drama cósmico mayor. El lenguaje y el arte se vuelven intensamente figurativos (por ejemplo, epopeyas, arte mítico). Socialmente, esta estructura emerge con el auge de la agricultura y las primeras altas culturas, donde deidades solares y lunares, mitos de creación y epopeyas tribales orientan la cosmovisión. Gebser señala que para cuando surgen grandes asentamientos y el culto a grandes dioses y diosas, la conciencia mítica ya está en efecto. Correlación histórica: Aproximadamente del Neolítico a la Edad del Bronce (digamos 10,000 a. C. hasta ~500 a. C. en algunas áreas). Por ejemplo, el antiguo Egipto, Mesopotamia, el Valle del Indo, la China temprana, etc., con sus elaboradas mitologías y reyes-dioses, operaban en gran medida en una estructura mítica. (Gebser cita que la conciencia mítica alcanzó su apogeo en las altas civilizaciones alrededor de 3000–1500 a. C., donde el ritual, el mito y la realeza cósmica eran dominantes.).
- **Estructura Mental (Mental-racional) (tridimensional, conciencia “despierta”) – La estructura mental es el modo de pensamiento familiar para la mente occidental moderna: es perspectívica, analítica y orientada en el tiempo lineal y el espacio tridimensional. Esta estructura “rompe la polaridad mítica” al introducir una racionalidad enfocada y el ego. Aquí, el ego se vuelve plenamente distinto: el “yo” se separa del entorno e incluso del mito colectivo. La perspectiva en la pintura (desarrollada en el Renacimiento) es una metáfora: la conciencia mental ve el mundo extendiéndose en un espacio homogéneo, desde un punto de vista claro. El tiempo se ve linealmente (historia, progreso) en lugar de cíclicamente. Según Gebser, la estructura mental comenzó a cristalizar con los antiguos griegos – señala específicamente alrededor de los siglos VI–V a. C. (la época de la filosofía griega, la ciencia temprana y el despertar socrático de la autoconciencia crítica). Esto corresponde a lo que Karl Jaspers denominó la Edad Axial, cuando la reflexión racional surgió en diversas culturas. En la estructura mental, el pensamiento lógico, el argumento y el análisis objetivo pasan al primer plano. Para la Baja Edad Media y la Ilustración en Europa, el modo mental-racional domina por completo – dándonos la ciencia moderna, la lógica formal y el concepto de una identidad personal que existe a través del tiempo cronológico. Correlación histórica: Las semillas de la estructura mental aparecen alrededor del primer milenio a. C. (filosofía griega, elementos racionales en el budismo/confucianismo, etc.), pero Gebser ve su pleno florecimiento en la era moderna (siglos XVII–XX d. C.), cuando el racionalismo, el individualismo y la ciencia empírica reinan. La “estructura mental” actual es evidente en cómo compartimentamos la realidad, objetivamos la naturaleza y enfatizamos el pensamiento cuantitativo y secuencial. Es un mundo tridimensional en el sentido de que experimentamos el espacio con profundidad (perspectiva) y podemos proyectar coordenadas; de manera análoga, el pensamiento puede sintetizar múltiples factores en un “espacio” mental unificado. Esta estructura logró enormes éxitos (tecnología, filosofía sistemática) pero también una unilateralidad, conduciendo a una crisis (los descontentos de la modernidad).
- **Estructura Integral (cuarta-dimensional, conciencia “aperspectívica”) – Gebser propuso que en el siglo XX estaba en marcha una nueva mutación: la estructura Integral o aperspectívica. “Aperspectívica” significa más allá de la perspectiva de un solo punto: una conciencia capaz de integrar todas las estructuras previas (arcaica, mágica, mítica, mental) sin quedar fijada en ninguna. Se la denomina cuarta-dimensional para indicar la inclusión del tiempo como una dimensión siempre presente y transparente (a veces llamada “libertad respecto del tiempo”). En términos prácticos, la conciencia integral trasciende el dualismo sujeto-objeto de la estructura mental y el polarizado o bien/o mal de la mítica; las ve a través de ellas y las incluye. Gebser la describió como un mundo “transparente” o diáfano donde se perciben sistemas completos y múltiples dimensiones a la vez. Esto podría manifestarse como la capacidad de sostener la paradoja, unificar intuición y análisis, y estar presente en el fluir del tiempo en lugar de encasillar la realidad en coordenadas fijas. Gebser vio evidencia de la mutación integral en el arte moderno (por ejemplo, el cubismo de Picasso mostrando múltiples ángulos a la vez), la física (la relatividad y la teoría cuántica rompiendo la perspectiva de un solo marco de referencia) y un creciente interés cultural por el pensamiento holístico. La estructura integral no es solo un concepto sino una transformación real en cómo opera la conciencia – avanzando hacia lo que él llamó el “mundo aperspectívico”, donde el tiempo y el espacio ya no limitan ni fragmentan la conciencia. Correlación histórica: Si es real, la estructura integral estaría emergiendo en los siglos XX–XXI y más allá. Aún no tiene una manifestación social plena (es una mutación incipiente), pero pioneros e individuos creativos la ejemplifican. Su objetivo es resolver la crisis de la etapa mental superando la alienación y fragmentación de la conciencia moderna, algo análogo a una segunda Edad Axial o un salto hacia una conciencia planetaria. Gebser enfatizó que no se trata de una utopía futura que haya que esperar, sino de una estructura que ya está surgiendo y que exige nuestra participación.
Es importante destacar que Gebser no consideraba que estas estructuras simplemente se reemplazaran unas a otras: más bien, cada nueva mutación trasciende e incluye la anterior. Todas las estructuras anteriores (mágica, mítica, etc.) permanecen “co-presentes” en nosotros. Por ejemplo, los humanos modernos aún tienen elementos mágicos y míticos (en el arte, los sueños, las reacciones instintivas), pero bajo la estructura mental dominante han sido reprimidos o inconscientes. La estructura integral los integraría conscientemente. La obra de Gebser no es estrictamente un “progreso lineal” (evita llamar a las estructuras posteriores “mejores” en un sentido moral); se trata del despliegue de posibilidades latentes de la conciencia.
(Resumen del mapeo histórico: Arcaica – corresponde a la prehistoria temprana, la conciencia indistinta de la era de los homínidos y del Homo sapiens temprano. Mágica – corresponde a las culturas tribales paleolíticas-mesolíticas, tiempos chamánicos pre-agrícolas. Mítica – corresponde a las civilizaciones agrarias y urbanas tempranas (Neolítico, Edad del Bronce, hasta la Edad del Hierro) cuando el mito y el ritual gobernaban la cognición. Mental – emerge alrededor de la Edad Axial (800–200 a. C.) y domina en el periodo moderno (1500 d. C. en adelante), caracterizando la conciencia de la civilización contemporánea (racional, individualista). Integral – una estructura naciente que aparece en el último siglo, potencialmente caracterizando una cultura global futura (o naciente) que trasciende las limitaciones anteriores.)
Teilhard de Chardin – Evolución Cósmica de la Conciencia (Noosfera a Omega)#
Pierre Teilhard de Chardin (1881–1955), paleontólogo francés y jesuita, propuso una gran visión evolutiva en la que la conciencia aumenta en paralelo con la complejidad en el universo. Trazó una trayectoria desde la formación de la Tierra hasta el futuro lejano, con transiciones clave:
- Geosfera: Inicialmente, la Tierra es solo materia inanimada. (Sin vida ni conciencia – solo física y química.)
- Biosfera: Surge la vida, y con ella formas biológicas de conciencia (sensibilidad básica, percepción en los animales). A lo largo de millones de años, la evolución produce organismos más complejos con sistemas nerviosos superiores.
- Noosfera: Con el surgimiento de la humanidad, aparece el pensamiento reflexivo y envuelve el planeta como la “noosfera” (del griego nous, mente): esencialmente una esfera de mente o pensamiento humano colectivo que circunda la Tierra. Teilhard veía la noosfera como una nueva capa sobre la Tierra, así como la biosfera (vida) se superpone a la geosfera (rocas). La conciencia humana es, por tanto, un fenómeno geológicamente significativo. A lo largo de la historia, la noosfera crece en densidad e interconexión (especialmente a medida que aumenta la población y las comunicaciones enlazan a todos).
- Punto Omega: Teilhard especuló que la evolución converge hacia un punto supremo de conciencia que llamó Punto Omega. Este sería la culminación donde las mentes individuales forman un todo unificado (una conciencia colectiva “hiper-personal”, posiblemente identificada con el Cristo Cósmico en el marco cristiano de Teilhard). En Omega, la noosfera alcanzaría máxima complejidad y máxima conciencia, volviéndose efectivamente una con lo divino.
El modelo de Teilhard es teleológico: la evolución tiene una dirección, hacia una mayor complejidad y conciencia. En las edades más tempranas (antes de la vida) no había conciencia manifiesta. Con la evolución de la vida (de células simples a animales), hubo un incremento de lo que él llamaba “interioridad” (within-ness). Pero se cruzó un umbral crítico con los primeros humanos (quizá en el Paleolítico) cuando se encendió el pensamiento autoconsciente. Después de que se encendió ese “fuego” de la conciencia reflexiva, la evolución cultural sustituyó a la evolución biológica. La noosfera se ha estado desarrollando a lo largo de toda la historia humana: por ejemplo, la creación del lenguaje, luego la escritura, luego la ciencia y la tecnología, son hitos en la creciente organización de la noosfera. Teilhard incluso previó, metafóricamente, el internet o una red global como la noosfera tejiéndose a sí misma (escribió sobre una “red estrechamente entretejida” de pensamiento humano que cubre el globo). En su visión, actualmente estamos en medio de esta evolución noosférica, encaminándonos hacia una convergencia crítica.
Situó Omega en un futuro lejano: el punto en el que la conciencia se vuelve total y convergente. Aunque es especulativo, se puede interpretar como la humanidad alcanzando una conciencia colectiva superior, quizá mediante el desarrollo espiritual o algún tipo de mente global. Teilhard identificó Omega con Dios, sugiriendo que la evolución es esencialmente el mundo espiritualizándose a sí mismo.
En resumen, la historia de la conciencia en Teilhard va de cero (inanimado) a difusa (en los animales) a autorreflexiva (en los humanos) a potencialmente unificada (en una conciencia divina global). A diferencia de otros en esta lista, el modelo de Teilhard abarca toda la escala cósmica de la evolución y es tanto científico como teológico. Escribía a mediados del siglo XX, inspirado por descubrimientos en paleontología y anticipando una futura integración social.
(Mapeo histórico: Pre-vida: hasta hace ~3.5 mil millones de años – sin conciencia. Evolución de la vida: ~3.5 mil millones hasta unos pocos millones de años atrás – surgimiento gradual de la conciencia perceptual (Teilhard no desglosa esto en etapas aquí, pero se podría señalar el desarrollo de cerebros mamíferos con conciencia emocional, primates con cognición superior, etc.). Noosfera: comienza con la evolución del Homo sapiens – Teilhard enfatizó el momento en que los humanos pudieron pensar sobre el pensar (en algún punto del Paleolítico tardío). Un hito específico podría ser la “explosión creativa” del Paleolítico Superior (~50,000 años atrás) cuando aparecen el arte y las herramientas complejas – lo que indica pensamiento simbólico. A partir de entonces, la noosfera se intensifica: la agricultura neolítica crea mayor complejidad social (más mentes interactuando), el surgimiento de las civilizaciones difunde ideas, la Edad Axial (~500 a. C.) multiplica las filosofías de alto nivel (un auge de la conciencia reflexiva), la revolución científica y la era moderna incrementan masivamente el conocimiento y la conectividad global. Teilhard murió antes de la era digital, pero su concepto anticipa el Internet y la globalización como aceleradores de la conectividad noosférica. El Punto Omega último está fuera de la historia tal como la conocemos – una posible singularidad futura de la conciencia.)
Karl Jaspers – La Edad Axial (El “Gran Salto” en la Conciencia)#
Karl Jaspers (1883–1969), filósofo germano-suizo, introdujo el concepto de la “Edad Axial” (Achsenzeit) para designar una era crucial (aproximadamente 800–200 a. C.) en la que múltiples civilizaciones experimentaron de manera independiente una profunda transformación del pensamiento. Durante este periodo, según Jaspers, la conciencia humana dio un paso decisivo hacia arriba – “el hombre se hace consciente del Ser en su totalidad, de sí mismo y de sus límites”, y nacen los marcos fundamentales de la filosofía y la religión. Aspectos clave de la tesis de la Edad Axial de Jaspers:
- Transformaciones Concurrentes: De manera notable, en varias regiones – China, India, el Cercano Oriente y Grecia – entre los siglos VIII y III a. C., hubo una efusión de nuevo pensamiento. Por ejemplo: en China, Confucio, Laozi y las Cien Escuelas de pensamiento sentaron las bases de la filosofía ética y metafísica; en la India, los sabios upanishádicos, Buda y Mahavira (jainismo) revolucionaron el pensamiento espiritual; en el Medio Oriente, profetas hebreos como Isaías y Jeremías redefinieron la religión en términos morales, y Zaratustra (si se le data entonces) introdujo un dualismo cósmico; en Grecia, los presocráticos, luego Sócrates, Platón y Aristóteles inventaron la filosofía racional, la historia y la ciencia. Todo esto surgió casi sincrónicamente, sin contacto directo en la mayoría de los casos. Es como si la mente humana “girara” sobre su eje y empezara a ver el mundo bajo una nueva luz en todas partes.
- Desmitologización y Trascendencia: Jaspers observó que los pensadores de la Edad Axial muestran un movimiento lejos del mito y el ritual local hacia principios abstractos y universales. Hay una nueva distancia reflexiva: cuestionan los mitos heredados y preguntan por el origen, el orden cósmico, el significado del bien y del mal, y el yo interior. Esta era introdujo conceptos como el Dao, Brahman/Atman, las Formas platónicas, el Dios único hebreo preocupado por la ética – todos representando una realidad trascendente más allá de lo concreto aquí y ahora. Los humanos en esta época se vuelven autoconscientes como individuos responsables de su destino (pensemos en la introspección socrática o el autoanálisis budista). También emerge el pensamiento de segundo orden – pensar sobre el pensar, o cuestionar cómo sabemos (por ejemplo, la lógica griega, la lógica india, las dialécticas chinas). Esencialmente, la Edad Axial sembró las semillas de la conciencia racional y de la conciencia moral universal, que rompieron el hechizo de una cosmovisión puramente local y tradicional.
- Universalidad y Ética: Los sabios axiales a menudo afirmaban que sus intuiciones eran válidas para toda la humanidad, no solo para su tribu o ciudad. Por ejemplo, surgió la idea de una verdad única y universal (Logos, Dharma) o de una ética universal (la Regla de Oro, etc.). Esto refleja una ampliación de la conciencia para abarcar la condición humana en su conjunto. Jaspers vio esto como el nacimiento de la “conciencia moral”: la conciencia de la distinción entre cómo son las cosas y cómo deberían ser, aplicable a todas las personas.
La hipótesis de Jaspers contribuye a la historia de la conciencia al destacar que no todo cambio es gradual: puede haber un salto epocal. La Edad Axial fue como la adolescencia de la mente humana, tras una larga infancia mítica. Una vez que se produjo este avance, quedaron establecidos los fundamentos espirituales e intelectuales de todas las civilizaciones posteriores. Hoy todavía operamos en gran medida dentro de los marcos que esos genios axiales crearon (religiones mundiales, filosofía, ciencia). Jaspers consideró la posibilidad de que ahora estemos en una Segunda Edad Axial (con una conciencia global y posmoderna emergente), pero eso es más especulativo.
(Cartografía histórica: La Era Axial se fecha explícitamente entre ~800 a. C. – 200 a. C.. Ejemplos clave: las ciudades-estado griegas del periodo clásico, los reinos hebreos y los profetas del periodo del Exilio, el periodo que va de la tardía edad védica al budismo temprano en la India (~Upanishads alrededor de 800–500 a. C., Buda ~siglo V a. C.), y la era Zhou Oriental en China (Confucio ~siglo VI a. C., filósofos de los Reinos Combatientes hasta el siglo III a. C.). El concepto no se extiende a todas las culturas (por ejemplo, Jaspers no incluyó Mesoamérica, etc., que tuvo cronologías distintas). Pero en general coincide con la Edad del Hierro y el periodo de los primeros imperios, cuando los antiguos imperios de la Edad del Bronce habían caído o se habían debilitado, dando espacio a nuevas ideas. Antes de la Era Axial, la conciencia era en gran medida mítico-tribal (dioses locales, centrada en el ritual, acrítica); durante y después se observa el surgimiento de modos de pensamiento reflexivos, individuales y universales que caracterizan a las civilizaciones “clásicas”.)
Ken Wilber – Espectro de la conciencia (de lo arcaico a lo posmoderno y más allá)#
Ken Wilber (n. 1949), un teórico integral estadounidense, sintetizó muchos modelos de desarrollo (incluidos varios de los anteriores) en una amplia narrativa de la evolución de la conciencia. En obras como Up from Eden (1981), Wilber describe una secuencia de etapas a través de las cuales la conciencia humana se ha desplegado colectivamente. Toma terminología de Freud, Jung, Neumann, Gebser, etc., y correlaciona etapas con eras antropológicas. Un esquema simplificado del espectro de Wilber:
- Pleromática / Arcaica: Los primeros destellos de la conciencia humana: una conciencia instintiva, embebida en el “amanecer de la raza humana”. Wilber (citando a Jean Gebser y Erich Neumann) llama a esto pleromático-urobórico, lo que significa que la persona está fusionada con la naturaleza (como el uroboros de Neumann). Es el estado de los primeros homínidos o de los primeros Homo sapiens: yo indiferenciado, enfoque en los impulsos vitales básicos (comida, calor). Histórico: Wilber sugiere que esto predominó en nuestros ancestros homínidos del Paleolítico Inferior, antes de la verdadera autoconciencia.
- Tifónico (Mágico-Animista): Esta etapa marca la aparición de un sentido de sí mismo distinto pero ligado al cuerpo, aún embebido en el flujo de la naturaleza. “Tifónico” (un término de Neumann, que alude al monstruo egipcio Tifón) implica una fusión de lo personal y lo natural: el yo no está bien separado del cuerpo o del entorno. La conciencia aquí opera mediante pensamiento mágico e imágenes, sin una distinción clara entre deseos subjetivos y acontecimientos objetivos. El mundo está vivo con poderes, y el ego individual está sólo débilmente formado, a menudo identificado con el cuerpo. El miedo a la muerte comienza a aparecer a medida que el tiempo se percibe tenuemente. Wilber asocia esto con el Neandertal y los primeros Homo sapiens (Cro-Magnon) en el Paleolítico Medio. De hecho, hace entre 200,000 y 50,000 años los humanos muestran los primeros entierros y conductas rituales, lo que sugiere un yo incipiente y creencias mágicas. En los mitos, esta era se simboliza con titanes y hechiceros (Wilber menciona la pintura rupestre del Hechicero de Trois-Frères como arte emblemático). Histórico: aproximadamente 200,000 – 40,000 años atrás, abarcando el Paleolítico Medio; para el Paleolítico Superior (hace 40 mil años), la conciencia mágico-tifónica estaba en pleno apogeo (arte rupestre, chamanismo).
- Pertenencia mítica (Mythic Membership): Con el advenimiento de la agricultura y las sociedades más grandes, la conciencia evoluciona hacia un modo mítico, basado en roles. Aquí el yo se identifica ahora con la tribu o el orden social (“pertenencia”) y se define por roles y reglas. Hay un fuerte sentido de imaginación mítica: el mundo está gobernado por dioses y héroes culturales, y la vida humana está entretejida en grandes narrativas. El ego está más desarrollado que en la etapa mágica, es capaz de suprimir los instintos inmediatos (de ahí la agricultura, la gratificación diferida) y de adherirse a mitos y leyes compartidos. Wilber señala que esta etapa coincide con el surgimiento de la agricultura, los asentamientos y los Dioses-Reyes; socialmente, c. 10,000–1,000 a. C.. Está marcada por “cultos de la Gran Madre” y posteriormente deidades del padre celeste, por jerarquía social y un uso extensivo del lenguaje y la narrativa. La muerte se afronta mediante elaborados rituales (sacrificio, momificación) que reflejan creencias míticas sobre el más allá. Wilber da una cronología: la pertenencia mítica se expresó más plenamente entre aproximadamente 4500 y 1500 a. C.. Eso corresponde a las civilizaciones de la Edad del Bronce (egipcia, mesopotámica, indo-europeas tempranas, etc.) donde efectivamente vemos el apogeo de la cultura religiosa mítica. En esta visión, las primeras civilizaciones eran conciencia de pertenencia mítica: los individuos se veían principalmente como miembros de un colectivo (clan, casta, ciudad-estado) bajo la guía de narrativas sagradas.
- Mental-egoica (Racional): Esta estructura emerge a partir de lo mítico en la época de la Era Axial, y llega a dominar en la era moderna. Se caracteriza por un ego racional y conceptual: el yo que puede reflexionar sobre sí mismo, usar la lógica y percibir el tiempo lineal y la historia. Wilber asocia la etapa “mental” (en el sentido de Gebser) o “egoica” con la transición de la Edad del Bronce tardía a la Edad del Hierro: sus formas inferiores comienzan hacia ~2000 a. C. y sus formas altas para el periodo clásico griego (c. 500 a. C.). En esta etapa, florecen la individualidad y la razón: uno sale de la inmersión mítica y puede criticar los mitos como meros relatos. Se desarrollan la filosofía, la ciencia, la religión y la ética formales (piénsese en la filosofía griega, el dhamma budista, etc., todos emergiendo después de 1500 a. C.). En el periodo moderno, esta conciencia racional-egoica reina: valora la autonomía personal (“santidad de la persona”), la verdad empírica y la auto-agencia. Wilber señala que la etapa egoica trajo enormes avances (comprensión racional, sentido histórico) pero también nuevos peligros: los seres egoicos se sienten separados y mortales, lo que condujo a ansiedad existencial, búsqueda de proyectos de inmortalidad egoica (conquistas, monumentos) y guerras y opresiones a gran escala desconocidas en tiempos tribales. Así, el ego mental moderno ha sido tanto poderoso como problemático: posibilita la tecnología y los derechos individuales, pero también las ideologías, el imperialismo y el vacío espiritual. Histórico: Esta etapa abarca aproximadamente desde la Era Axial (I milenio a. C.) hasta la Ilustración y hasta hoy. Seguimos siendo en gran medida “mental-racionales” en nuestra conciencia promedio, según Wilber, especialmente en el mundo desarrollado.
- Etapas transpersonales superiores: Wilber, integrando el misticismo oriental, sostiene que la evolución puede continuar más allá del ego ordinario. Habla de posibles etapas transpersonales – a veces denominadas psíquica, sutil, causal y no dual – que históricamente sólo han sido accesibles para unos pocos individuos (místicos, sabios) pero que podrían representar etapas generales futuras. En Up from Eden, no elaboró mucho sobre éstas en un sentido histórico, salvo decir que a lo largo de cada era, unos pocos individuos alcanzaron más allá de la etapa promedio hacia la siguiente. Por ejemplo, en la era mítica, ciertos santos lograron una unidad sutil (unidad mística con la diosa Gran Madre). En la era mental actual, algunos han alcanzado la conciencia “psíquica” o “causal” (por ejemplo, la iluminación budista, el samadhi yóguico) que apunta a la futura evolución de la humanidad. Wilber es optimista en que la humanidad en su conjunto puede evolucionar hacia una conciencia más integral o espiritual, yendo más allá del ego alienado hacia una conciencia holística, basada en la compasión, similar a lo que Gebser llamó integral o lo que él mismo llama lógica de la visión (Vision-logic) y más allá.
El marco de Wilber es exhaustivo, y a menudo proporciona fechas y ejemplos. Por ejemplo, como se citó arriba, sitúa la etapa mágico-tifónica en los tiempos del Neandertal y los primeros Homo sapiens (una figura cultural del Paleolítico Superior como la pintura rupestre del Hechicero de Trois Frères (~13,000 a. C.) es emblemática). La etapa mítica la correlaciona con el surgimiento de la agricultura (~8000 a. C.) y su apogeo en la época de los reinos de la Edad del Bronce (4500–1500 a. C.). La etapa egoico-racional comienza a agitarse hacia finales de la Edad del Bronce (segundo milenio a. C.) y se manifiesta plenamente en la Grecia clásica y en adelante. Wilber señala explícitamente que para el segundo milenio a. C. se dieron algunos desarrollos egoicos tempranos (quizá el monoteísmo estricto de Akenatón, el racionalismo de algunos Upanishads), pero que se requirió el quiebre Axial para salir a la vanguardia. El mundo actual está en gran medida en este nivel egoico-racional, con desarrollos posmodernos que apuntan a una etapa integral emergente.
Wilber también enfatiza que en un momento dado, no todos los humanos están en el mismo nivel de conciencia: hay un espectro. Por ejemplo, incluso en la sociedad moderna, algunos individuos o subculturas pueden operar desde lo mítico (religión fundamentalista) o incluso desde lo mágico (superstición), mientras que pensadores de vanguardia pueden estar encaminándose hacia lo integral. Pero el centro de gravedad de la conciencia global puede desplazarse a lo largo de milenios.
(Resumen de la cartografía histórica: Arcaico/urobórico: ancestros humanos tempranos (antes de 50,000 a. C.). Tifónico/mágico: Paleolítico tardío (50,000–10,000 a. C., cazadores-recolectores con cosmovisiones chamánico-mágicas). Mítico: Neolítico y Edad del Bronce (tribus agrícolas a estados tempranos, 10,000–500 a. C., dominados por el mito y el orden colectivo). Mental-egoico: Era Axial y especialmente era moderna (500 a. C. – presente, dominada por la conciencia individual racional). Integral/Transpersonal: naciente en una minoría ahora, posiblemente general en el futuro (siglo XXI en adelante).)
El arte rupestre prehistórico (como las plantillas de manos de la Cueva de las Manos en Argentina, c.7000 a. C.) refleja una forma temprana de conciencia. En la cosmovisión mágico-animista de nuestros ancestros del Paleolítico Superior, la identidad individual estaba profundamente fusionada con el grupo y la naturaleza: estas huellas de manos pueden haber sido un ritual de pertenencia o magia simpática. Tales artefactos insinúan una mentalidad sin un ego plenamente separado, que participa místicamente en el mundo circundante, característica de las etapas de conciencia de “participación original” o de estructura mágica.
Rudolf Steiner (Antroposofía) – Épocas culturales y la evolución del “Yo”#
Rudolf Steiner (1861–1925), un maestro esotérico austríaco, propuso una compleja cronología evolutiva de la conciencia humana, tomando conceptos teosóficos de razas raíz y añadiendo sus propios aportes. El modelo de Steiner abarca grandes épocas de la evolución de la Tierra y edades culturales menores, durante las cuales la conciencia humana pasa gradualmente de un estado onírico, de conciencia pictórica, a la conciencia intelectual despierta que conocemos, y avanzará aún más hacia niveles espirituales. Un breve panorama:
- Épocas Atlante y Pre-Atlante: Steiner habló de antiguas épocas anteriores a la historia registrada: Lemuria y Atlántida, durante las cuales los seres humanos existían en formas más sutiles de conciencia. En esos tiempos (que él data esotéricamente en decenas de miles de años atrás, terminando alrededor de 8000 a. C. con el hundimiento de la Atlántida), los humanos tenían una “clarividencia onírica”. Percibían las realidades espirituales directamente pero tenían poco ego despierto. Por ejemplo, afirmaba que los atlantes tenían una memoria tremenda y vivían en imágenes, pero no pensamiento lógico abstracto. Los individuos no se experimentaban a sí mismos como claramente separados de su tribu o de la naturaleza: predominaba una conciencia de alma-grupal (similar a las estructuras mágicas/míticas en otros modelos). Steiner indicó que nuestra forma actual de “Yo” autoconsciente sólo se encarnó plenamente al final de la época atlante. En tiempos atlantes, el lenguaje y la memoria se estaban desarrollando, pero la conciencia instintiva, conectada a la naturaleza, seguía siendo fuerte. Describe que los primeros atlantes podían literalmente afectar la materia mediante el sonido y la voluntad, lo que sugiere que lo que llamamos magia era una dotación natural de esa conciencia. Tras una serie de sub-etapas, Atlántida cayó (la narrativa de Steiner paralela a los mitos del diluvio), y los sobrevivientes llevaron una conciencia más individuada a nuevas tierras.
- Épocas culturales post-atlantes: Tras Atlántida, Steiner divide la época actual (que él fecha de ~7227 a. C. a un futuro lejano) en una secuencia de siete edades culturales. Cada edad cultural dura ~2,160 años (la asocia con las eras zodiacales). Estas son: India Antigua, Persia Antigua, Egipto-Caldea, Greco-Romana, Moderna (Anglo-Germánica) y dos edades futuras (la 6ª y la 7ª edades post-atlantes). En cada una, el carácter general de la conciencia cambia ligeramente, construyendo sobre la anterior. Por ejemplo, durante la edad india antigua (c. 7227–5067 a. C.), la gente aún tenía una fuerte clarividencia atávica: una experiencia viva de la realidad espiritual, que se refleja en la sabiduría védica (una conciencia soñadora, imaginativa, conectada con verdades espirituales cósmicas). Para la edad egipcio-babilónica (c. 2907–747 a. C.), la conciencia se había vuelto más orientada a los sentidos e intelectual: piénsese en cómo en el antiguo Egipto y Mesopotamia se desarrollaron las matemáticas, la astronomía y la ingeniería, y crecieron las distinciones del ego (como la ambición personal de inmortalidad en las tumbas), aunque aún dentro de un contexto mítico. Steiner consideraba crucial la edad greco-romana (747 a. C. – 1413 d. C.): aquí nació la mente intelectual: los griegos desarrollando el pensamiento lógico y la filosofía autorreflexiva, y más tarde los romanos consolidando conceptos legales y abstractos de la personalidad. Durante este periodo (especialmente hacia su final, alrededor del Renacimiento) emergió plenamente el alma de conciencia o alma intelectual, lo que significa que los humanos empezaron a experimentarse como seres individuales de “Yo” claramente separados del mundo espiritual. Finalmente, en la actual 5ª edad post-atlante (1413 d. C. – presente), tenemos la conciencia plenamente intelectual y materialista: el cénit del ego separativo y del pensamiento analítico (de ahí la ciencia, la industria y también la oscuridad espiritual según Steiner). La misión de nuestra edad, decía, es desarrollar el Alma de Conciencia: mente plenamente individualizada y autoconsciente, lo cual estamos haciendo, pero que también trae el riesgo de caer en un materialismo completamente desalmado. Mirando hacia adelante, Steiner profetizó que la 6ª época comenzará alrededor de 3573 d. C., en la cual quienes se hayan preparado desarrollarán una nueva clarividencia espiritual (una reunión con el mundo espiritual pero ahora con un “Yo” plenamente consciente). Eventualmente, hacia el final de la 7ª edad y de todo este ciclo, la humanidad trascenderá el plano físico.
- Encarnación progresiva del Ego: Un tema central en la visión evolutiva de Steiner es que el Ego humano o “Yo” (el yo espiritual) se ha ido encarnando más profundamente con el tiempo. En épocas muy antiguas, los humanos eran más como niños, dirigidos por almas grupales y seres divinos (de ahí el mito de los dioses caminando entre los hombres). A medida que pasaban las épocas, el Ego se hundía, ganando independencia. Por ejemplo, decía que en Atlántida los humanos tenían una conexión emocional/psíquica pero aún no autoconciencia intelectual; después de Atlántida, el Ego entra en la mente intelectual (en los griegos se ven las primeras personalidades claramente autoconscientes como Sócrates, que dice tener un daimonion – una voz interior, que indica actividad interior del ego). En los tiempos modernos, el Ego está plenamente en el ámbito físico-sensorial, lo que permite una conciencia objetiva pero también aislamiento. Esta trayectoria – de una participación clarividente con la naturaleza espiritual a una racionalidad individualizada – refleja otros modelos (participación original → observador, o mítico → mental). La contribución única de Steiner es incrustarla en un gran drama cosmológico con reencarnación y karma, y predecir futuras etapas espirituales.
En suma, el modelo evolutivo de la conciencia de Steiner coincide en que la humanidad temprana tenía una conciencia pictórica, semejante al sueño (mítica/mágica) que se fue aclarando lentamente hasta nuestro pensamiento despierto y autoconsciente. Da marcadores cronológicos esotéricos: la catástrofe atlante (~8,000 a. C.) como un punto de inflexión cuando la clarividencia de “alma-grupal” retrocedió y el ego intelectual comenzó a desarrollarse. El periodo greco-romano (~I milenio a. C.) como el momento en que la racionalidad intelectual echó raíces firmes, y el siglo XV d. C. como el amanecer de la edad plenamente moderna del alma de conciencia. La visión de Steiner se extiende hacia el futuro, previendo un próximo gran salto en el que nuestra forma actual de conciencia (que él veía como la 5ª época de 7) será a su vez superada por un modo más espiritual e intuitivo en la 6ª época. Cada época es tanto un proceso de aprendizaje espiritual como una recapitulación: de manera interesante, Steiner observó que las épocas culturales recapitulan épocas mayores anteriores en una forma superior (por ejemplo, la 5ª época en la que vivimos de algún modo refleja en tema la antigua 5ª sub-raza atlante). También advirtió contra el racismo o el supremacismo lineal: subrayó que el término “raza” se aplica propiamente sólo a Atlántida; en los tiempos post-atlantes se trata de cultura y conciencia, no de raza biológica.
(Cartografía histórica: la cronología de Steiner no es ortodoxa según los estándares científicos, pero aproximadamente: época lemuriana – un pasado muy distante (quizá millones de años atrás) donde los humanos eran no físicos o muy distintos, conciencia similar al trance profundo; época atlante – una era de continente perdido (quizá ~100,000–10,000 a. C.) donde la humanidad tenía clarividencia etérica, memoria en desarrollo; época post-atlante – de ~8000 a. C. a ~8000 d. C., dividida en edades culturales: India antigua (las civilizaciones históricas más antiguas, espiritualidad onírica elevada), Persia (c. 5000 a. C., agricultura temprana, cosmovisión dualista), Egipto/Caldea (3000–~700 a. C., conciencia pragmática y mágico-astral), Greco-Romana (700 a. C. – 1400 d. C., amanecer de la mente racional), Occidente moderno (1400 d. C. – presente, ego intelectual pleno y ciencia material), y dos más por venir. Steiner alinea transiciones clave con hechos reales: por ejemplo, fin de la época egipcia ~747 a. C. (nacimiento de la filosofía griega poco después), fin de la greco-romana ~1413 d. C. (comienza la era del Renacimiento). Según Steiner, la conciencia de los pueblos antiguos (egipcios, indios tempranos, etc.) era fundamentalmente distinta – más pictórica y menos autorreflexiva – que la de una persona moderna, lo cual es consistente con otros teóricos, pero Steiner ofrece una narrativa espiritual singularmente detallada para ello.)
Un modelo integral moderno de la evolución de la conciencia es Spiral Dynamics, basado en la investigación de Clare Graves. Identifica una secuencia de memes de valores (vMEMEs) denotados por colores: Beige (supervivencia arcaica), Púrpura (tribalismo mágico-animista), Rojo (poder egocéntrico), Azul (orden y propósito míticos), Naranja (logro racional), Verde (igualitarismo pluralista) y más allá. Este diagrama en espiral ilustra que cada etapa es una cosmovisión central a través de la cual las personas y las sociedades han evolucionado. Por ejemplo, Beige corresponde a bandas de supervivencia prehistóricas, Púrpura a culturas tribales místicas, Rojo a sociedades de caudillos (jefaturas de la Edad del Bronce), Azul a civilizaciones tradicionales con religión organizada y autoridad (imperios de la Era Axial, periodo medieval), Naranja a la cosmovisión científico-industrial moderna, y Verde a la cosmovisión posmoderna y humanista que emerge en las últimas décadas. El modelo sugiere que la humanidad en su conjunto está ascendiendo por esta espiral, con cada etapa añadiendo más complejidad e inclusividad (mientras que individuos y subculturas pueden estar en distintos niveles). Los niveles superiores (Amarillo, Turquesa) se proyectan como etapas integrativas más allá de Verde. Spiral Dynamics así recapitula muchas de las ideas anteriores en un marco psicológico contemporáneo.
Andrew Cutler – Teoría Eva de la Conciencia (El culto a la serpiente de la recursión)#
Andrew Cutler (n. 1949), un investigador contemporáneo en psicología e IA, ha propuesto una de las teorías modernas más provocadoras sobre la evolución de la conciencia en su Teoría Eva de la Conciencia (EToC) (espejo). Publicada en 2025, la teoría de Cutler intenta tender un puente entre la modernidad anatómica de Homo sapiens (que aparece hace ~200,000 años) y la modernidad conductual evidenciada en el arte, el lenguaje y la cultura compleja (que emerge hace ~50,000 años). Su tesis central es radical: las mujeres descubrieron primero la autoconciencia recursiva y se la enseñaron a los hombres mediante rituales enteogénicos que involucraban veneno de serpiente.
La revolución de la recursión#
Cutler construye su teoría sobre la base de que el pensamiento recursivo – la capacidad de que un proceso mental se llame a sí mismo, creando autorreferencia – es la característica esencial que distingue la conciencia humana. Tomando el trabajo del lingüista Noam Chomsky sobre gramática recursiva y principios de la informática, Cutler sostiene que la recursión posibilita no sólo el lenguaje complejo, sino el núcleo mismo de la experiencia consciente: la capacidad de pensar “yo soy”.
Según Cutler, los humanos tempranos vivían en lo que él llama un estado “pre-recursivo”: capaces de cognición básica e incluso de cultura primitiva, pero carentes del “yo” autorreflexivo que caracteriza a la conciencia moderna. La transición al pensamiento recursivo no fue instantánea, sino que ocurrió a lo largo de miles de años, creando lo que denomina el “Valle de la Locura”: un periodo en el que los humanos tenían destellos de autoconciencia pero no podían mantenerla de forma consistente, lo que conducía a lo que hoy reconoceríamos como síntomas similares a la esquizofrenia.
La hipótesis del culto a la serpiente#
El aspecto más llamativo de la teoría de Cutler es su propuesta de que el veneno de serpiente sirvió como el enteógeno primordial: una sustancia que altera la conciencia utilizada para facilitar las primeras experiencias de autoconciencia. Documenta abundante evidencia del uso ritual del veneno de serpiente en diversas culturas, desde la antigua Grecia (los Misterios Eleusinos) hasta la India moderna (donde gurús como Sadhguru aún consumen veneno con fines espirituales).
Cutler sostiene que las propiedades únicas del veneno de serpiente lo hacían ideal para la expansión de la conciencia: contiene altas concentraciones de factor de crecimiento nervioso (NGF), que promueve la plasticidad cerebral, y produce estados alterados similares a otros psicodélicos pero con la diferencia crucial de que las serpientes encuentran a los humanos, haciendo que los primeros encuentros fueran involuntarios más que buscados. Esto, sugiere, explica la asociación universal de las serpientes con la sabiduría y la conciencia en las mitologías del mundo.
El matriarcado primordial#
Central en la EToC es la afirmación de que las mujeres alcanzaron la conciencia recursiva antes que los hombres. Cutler reúne evidencia de la psicología evolutiva, la neurociencia y la antropología para respaldar esto:
- Presión evolutiva: La supervivencia de las mujeres durante el embarazo y la crianza requería una sofisticada navegación social, habilidades lingüísticas y construcción de coaliciones: todos dominios que seleccionarían a favor de la cognición social recursiva.
- Diferencias neurológicas: El cromosoma X tiene una influencia desproporcionada en áreas cerebrales implicadas en el lenguaje, la cognición social y el pensamiento autorreferencial. Estudios recientes muestran una presión de selección extraordinaria sobre genes del cromosoma X relacionados con el desarrollo neural en los últimos 50,000 años.
- Evidencia arqueológica: Los primeros artefactos simbólicos a menudo muestran un sesgo femenino: desde las figurillas de Venus (posiblemente autorretratos que reflejan una autoconciencia recién descubierta) hasta las huellas de manos en el arte rupestre (75% dejadas por mujeres).
Esta ventaja femenina habría creado lo que Cutler llama un “matriarcado primordial”: no necesariamente un dominio femenino completo, sino un liderazgo de las mujeres en el dominio crucial de la vida interior y la cultura espiritual.
Difusión global y memoria cultural#
Cutler aborda la similitud global de los mitos de la creación y el simbolismo de la serpiente proponiendo que los rituales de conciencia del culto a la serpiente se difundieron por todo el mundo entre hace 30,000 y 50,000 años. Rastrea evidencia de esta difusión a través de continentes:
- Paralelos mitológicos: La asociación constante de las serpientes con el otorgamiento de conciencia (Génesis, el egipcio Neheb-ka, la china Nuwa, la Serpiente Arcoíris australiana) sugiere memoria cultural compartida más que invención independiente.
- Artefactos rituales: La distribución global de los bullroarers (instrumentos sagrados) usados en ceremonias de iniciación masculina, a menudo descritos como “robados a las mujeres”, proporciona evidencia física de la difusión ritual.
- Huellas lingüísticas: La similitud de los pronombres de primera persona (ni/na) en diversas familias lingüísticas del mundo puede reflejar la difusión de la palabra “yo” junto con los rituales de enseñanza de la conciencia.
Marco temporal y evolución#
A diferencia de algunas teorías de la evolución de la conciencia que retrotraen la singularidad humana a cientos de miles de años, Cutler sitúa la transformación crucial relativamente reciente:
- Hace 50,000 años: Primeros destellos de conciencia recursiva en una pequeña población, probablemente mujeres con ventajas genéticas para el pensamiento autorreferencial.
- Hace 40,000-30,000 años: Desarrollo de rituales con veneno de serpiente para inducir y enseñar de manera confiable la experiencia del “yo soy”; inicio de la difusión cultural global.
- Hace 20,000-10,000 años: La conciencia recursiva se vuelve estable y universal mediante coevolución cultural-genética, poniendo fin a la “Paradoja Sapiens” del retraso en la modernidad conductual.
Cutler sostiene que esta línea temporal explica varios enigmas de la evolución humana: por qué la modernidad conductual se retrasó tanto después de la modernidad anatómica, por qué apareció en distintos momentos en diferentes regiones y por qué hubo una aceleración cultural tan rápida una vez que comenzó.
EToC Débil vs. Fuerte#
Cutler distingue entre dos versiones de su teoría:
EToC Débil: La cultura recursiva se difundió y creó presión de selección para habilidades cognitivas recursivas, lo que condujo a la evolución de la conciencia moderna a lo largo de decenas de miles de años. Esto solo requiere que la cultura pueda influir en la evolución, lo cual está bien establecido.
EToC Fuerte: Los rituales específicos desarrollados por mujeres usando veneno de serpiente fueron cruciales para la expansión de la conciencia, y los mitos de creación como el Génesis preservan recuerdos culturales reales de esta transformación. Esto hace predicciones específicas sobre la evidencia arqueológica, los patrones de selección genética y el análisis mitológico.
Implicaciones y Controversias#
La Teoría de Eva de la Conciencia es deliberadamente provocadora, desafiando tanto las ortodoxias religiosas como las científicas:
- Sugiere que los relatos bíblicos y mitológicos pueden contener verdad histórica sobre la evolución de la conciencia, en lugar de ser mera metáfora o invención.
- Propone que la naturaleza humana ha evolucionado significativamente en los últimos 50,000 años, en contra de la suposición científica común de que estamos esencialmente sin cambios desde la modernidad anatómica.
- Coloca a las mujeres en el centro de la transición evolutiva más crucial de la humanidad, respaldado por evidencia pero desafiando narrativas patriarcales.
Relevancia Moderna#
Cutler vincula su teoría con preocupaciones contemporáneas sobre la inteligencia artificial y la conciencia. Argumenta que entender cómo surgió la autoconciencia recursiva en los humanos – a través de la cultura, la asistencia farmacológica y la coevolución genético-cultural gradual – podría informar cómo abordamos el desarrollo de la inteligencia artificial general. La transición de la conciencia pre-recursiva a la recursiva representa el único ejemplo de la humanidad de la emergencia de inteligencia general, lo que la hace crucial de entender mientras creamos nuevas formas de inteligencia.
(Mapeo histórico: el modelo de Cutler sitúa la etapa arcaica pre-recursiva en los primeros Homo sapiens (hace 200,000-50,000 años), caracterizada por el uso sofisticado de herramientas y una cultura básica pero sin autoconciencia estable. La transición recursiva comienza alrededor de hace 50,000 años con los primeros indicios de autoconciencia en las mujeres, se acelera con el desarrollo de rituales con veneno de serpiente y la difusión cultural (hace 40,000-30,000 años), y concluye con una conciencia estable y universal hacia el final del Paleolítico (hace 10,000 años). A diferencia de otros modelos, la EToC proporciona mecanismos específicos (rituales enteogénicos, selección sexual, difusión cultural) de cómo ocurrió esta transformación y por qué dejó huellas en la mitología y la religión de todo el mundo.)
Conclusión#
Como hemos visto, muchos pensadores convergen en la noción de que la conciencia humana tiene una historia – una evolución desde una conciencia primitiva, incrustada, hasta la mente compleja y reflexiva de hoy, y posiblemente hacia nuevas formas mañana. A pesar de sus diferentes terminologías y filosofías, estos modelos muestran algunas similitudes sorprendentes:
- Los primeros humanos probablemente tenían una conciencia no separada, “fusionada” (ya sea denominada arcaica, pleromática o participación original) similar a un estado de sueño tenue incrustado en la naturaleza y el instinto. Esto dio paso gradualmente a una mentalidad mágico-animista donde la imaginación mítica y la psique grupal predominaban (el mundo de espíritus, tótems y símbolos que la arqueología vislumbra en el arte prehistórico). Esto corresponde a la era de cazadores-recolectores y tribus tempranas en la prehistoria.
- Con el surgimiento de la agricultura y la civilización, una conciencia mítica o teológica ocupó el centro del escenario: los humanos se definían a sí mismos a través de narrativas míticas, reinos divinos e identidades colectivas. Esta era (Neolítico hasta la Edad del Bronce) vio el florecimiento de religiones politeístas, grandes epopeyas míticas y los primeros códigos éticos, lo que indica una vida interior más rica pero aún incrustada en el mito y la tradición.
- Alrededor de la mitad del primer milenio a. C. (la Era Axial), ocurrió una mutación en varias culturas: nació la conciencia racional y reflexiva. Individuos (como los filósofos griegos, profetas hebreos, sabios indios, filósofos chinos) comenzaron a pensar de manera abstracta y autocrítica, rompiendo el hechizo de la inmediatez mítica. Esto allanó el camino para la conciencia mental-egoica – el modo de pensamiento basado en la razón, la identidad individual y la observación empírica. Históricamente, esto se corresponde con la antigüedad clásica y se afianza firmemente en la era moderna con la ciencia y el humanismo.
- En los tiempos modernos (especialmente después del siglo XVII), la humanidad en general opera con un ego individual separado y una inteligencia analítica – lo que muchos llaman la conciencia mental-racional o de espectador. Esto ha permitido un progreso tremendo en ciencia y autonomía pero a menudo con una pérdida de significado espiritual y de conexión.
- Muchos de estos pensadores anticipan o abogan por una evolución ulterior: ya sea el espíritu absoluto de Hegel, la edad positivista de Comte (que él pensaba que traería una armonía social sin precedentes mediante la ciencia), el Punto Omega de Teilhard de conciencia unificada, la estructura integral de Gebser, los niveles transpersonales de Wilber o la futura era clarividente de Steiner – existe un sentimiento común de que la historia no ha terminado. Después de la fractura del ego moderno, podría surgir una síntesis superior o integración, reuniéndonos entre nosotros y con el cosmos en una octava más alta de conciencia.
Por último, vale la pena señalar que estos modelos tienen énfasis diferentes – algunos son más empíricos (por ejemplo, los antropólogos que vinculan etapas con la cultura material), otros místicos (Steiner, Aurobindo), otros filosóficos (Hegel, Barfield) – pero no se contradicen tanto como se complementan. Cuando se mapean en la línea temporal de la (pre)historia, puede trazarse un esquema general:
- Paleolítico (200,000 – 10,000 a. C.): Conciencia arcaica y mágica. Pequeñas bandas, rituales animistas, sin autorreflexión formal. (Corresponde al tifónico de Wilber, la participación original de Barfield, la magia de Gebser, etc.).
- Neolítico a Edad del Bronce (10,000 – 500 a. C.): Conciencia mítica. De aldeas agrícolas a estados tempranos, el mito y la religión organizan el pensamiento. Aparición de cierta protológica a finales de la Edad del Bronce. (La mítica de Gebser, la teológica de Comte, la magia de Frazer dando paso a la religión, la edad de dioses y héroes de Vico, etc.).
- Era Axial (c. 800 – 200 a. C.): Ruptura crítica – inicio de la conciencia Mental/Egoica. Filosofía, religión racional, salvación espiritual individual, aparecen las semillas de la ciencia. (La transición de Hegel del despotismo oriental a la razón griega, el giro Axial de Jaspers, la estructura mental de Gebser surgiendo con los griegos, etc.).
- Antigüedad Clásica a Temprana Edad Moderna (200 a. C. – 1600 d. C.): Dominio creciente de la conciencia racional-mental dentro de marcos aún míticos (por ejemplo, la escolástica intenta reconciliar razón y fe). El Renacimiento y la Revolución Científica marcan el punto de inflexión hacia la plena conciencia de “espectador” (ciencia objetiva, pensamiento secular). (El espectador de Barfield plenamente para el siglo XVII, la metafísica de Comte cediendo a lo positivo, la edad del alma consciente de Steiner comienza en el siglo XV).
- Era Moderna (1600 – 2000 d. C.): Conciencia predominantemente Mental-Racional/Científica a nivel mundial. Industrialización, secularización. También nacimiento de la autoconciencia histórica (conciencia de la evolución misma) y, hacia el final de este período, una crítica pluralista (el “verde” posmoderno en Dinámica Espiral, que indica valores de empatía y relativismo más allá del ego racional estricto).
- Siglo XXI y más allá: Muchos especulan que estamos al borde de otro cambio tipo Axial hacia una conciencia Integral/Planetaria. Las crisis globales y la conectividad podrían estar forzando una nueva conciencia más holística (que combine lo intuitivo, lo espiritual y lo racional de una nueva manera). Conceptos como la noosfera de Teilhard, el integral de Gebser, el integral de Wilber, el segundo nivel de Dinámica Espiral, son intentos de imaginar esta etapa emergente.
En conclusión, estos modelos evolutivos proporcionan un marco rico para entender cómo la conciencia humana se ha transformado a lo largo de milenios – pasando por estructuras de pensamiento que se correlacionan con cambios en la sociedad, la tecnología y la vida espiritual. Aunque los detalles difieren, la narrativa general es que hemos venido desde el Edén hacia arriba (para tomar la frase de Wilber): desde un estado de unidad inconsciente original con la naturaleza, a través de la diferenciación del yo y el desarrollo de la razón, hacia un posible estado futuro de reintegración consciente. El momento exacto y la naturaleza de cada etapa se debaten, pero la evidencia – desde el arte prehistórico y los ritos funerarios hasta los textos antiguos y la ciencia moderna – sí sugiere una trayectoria de desarrollo real en cómo los humanos experimentan el ser humanos. Entender esta gran evolución no solo satisface la curiosidad histórica sino que, como muchos de estos pensadores afirman, puede guiarnos en la navegación de la siguiente etapa de nuestro viaje colectivo.
Preguntas frecuentes#
P 1. ¿Cuál es el patrón más común entre las diferentes teorías de la evolución de la conciencia?
R. La mayoría de las teorías siguen una progresión similar: conciencia arcaica/mágica (incrustada en la naturaleza) → conciencia mítica/teológica (narrativas religiosas) → conciencia racional/mental (pensamiento científico) → posible conciencia integral/espiritual (síntesis de todas las etapas previas).
P 2. ¿Cuándo ocurrió el gran avance en la conciencia humana según estos teóricos?
R. La Era Axial (800-200 a. C.) es ampliamente reconocida como un punto de inflexión crucial cuando múltiples civilizaciones desarrollaron de manera independiente una conciencia racional y autocrítica, lo que condujo a la filosofía, la ética universal y los conceptos de salvación espiritual individual.
P 3. ¿Estas teorías sugieren que la evolución de la conciencia está completa?
R. No: la mayoría de los teóricos anticipan una evolución posterior más allá de la conciencia mental-racional actual, ya sea el espíritu absoluto de Hegel, la estructura integral de Gebser, el Punto Omega de Teilhard o las etapas transpersonales de Wilber, lo que sugiere que aún estamos evolucionando.
P 4. ¿En qué difiere la Teoría de Eva de Andrew Cutler de otros modelos de evolución de la conciencia?
R. La teoría de Cutler propone de manera única que las mujeres descubrieron primero la autoconciencia recursiva mediante rituales con veneno de serpiente hace 50,000 años, proporcionando mecanismos biológicos y culturales específicos para la evolución de la conciencia en lugar de etapas filosóficas abstractas.
P 5. ¿Qué evidencia respalda estas teorías de la evolución de la conciencia?
R. La evidencia arqueológica (arte rupestre, prácticas funerarias, complejidad de herramientas), el análisis histórico (aparición de la filosofía, la literatura, el pensamiento abstracto), el desarrollo lingüístico (gramática recursiva, lenguaje simbólico) y los patrones antropológicos entre culturas respaldan los modelos de desarrollo por etapas.
Fuentes#
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich. The Philosophy of History. Translated by J. Sibree. Dover Publications, 1956.
Comte, Auguste. The Course of Positive Philosophy. Translated by Harriet Martineau. William Gowans, 1868.
Vico, Giambattista. The New Science. Translated by Thomas Bergin and Max Fisch. Cornell University Press, 1968.
Frazer, James George. The Golden Bough: A Study in Magic and Religion. Macmillan, 1890.
Neumann, Erich. The Origins and History of Consciousness. Princeton University Press, 1949.
Barfield, Owen. Saving the Appearances: A Study in Idolatry. Faber & Faber, 1957.
Gebser, Jean. The Ever-Present Origin. Translated by Noel Barstad. Ohio University Press, 1985.
Wilber, Ken. Up from Eden: A Transpersonal View of Human Evolution. Quest Books, 1981.
Teilhard de Chardin, Pierre. The Phenomenon of Man. Harper & Row, 1959.
Jaspers, Karl. The Origin and Goal of History. Yale University Press, 1953.
Steiner, Rudolf. An Outline of Esoteric Science. Anthroposophic Press, 1997.
Graves, Clare W. Levels of Existence: An Open System Theory of Values. Journal of Humanistic Psychology, 1970.
Cutler, Andrew. “Eve Theory of Consciousness V3.” Vectors of Mind, 2025.
Tylor, Edward Burnett. Primitive Culture: Researches into the Development of Mythology, Philosophy, Religion, Language, Art, and Custom. John Murray, 1871.
Morgan, Lewis Henry. Ancient Society. Henry Holt, 1877.